El reciente debate sobre si la Guardia Nacional debe o no pertenecer al Ejército pasa inevitablemente por la opinión pública. Los problemas de inseguridad que sufre nuestra ciudadanía y la sensación de vulnerabilidad que vive hace que las posiciones en el tema sean bastante contundentes. Es decir, no hay posiciones neutras o ambivalentes.
Hay un amplio grupo de especialistas que advierte sobre los peligros de que la Guardia Nacional dependa del Ejército. Alejandro Hope, Eduardo Guerrero, Héctor de Mauleón, o Lisa Sánchez entre otros han señalado algunos de estos peligros. Sin embargo, la ciudadanía parece ver el problema de la inseguridad y su posible solución de manera distinta.
Este puede ser uno de los tantos temas de opinión en los que lo que señalan los especialistas no coincide necesariamente con lo que piensa el ciudadano. La información con la que cuenta el ciudadano es más inmediata, más limitada, en algún sentido más urgente. El promedio del ciudadano no cuenta necesariamente con la perspectiva o prospectiva que tiene un especialista, quien observa no sólo en la necesidad de resolver un problema, sino también en sus alternativas y las consecuencias de optar por una u otra alternativa.
La Policía, no importa si es municipal, estatal o federal, no ha gozado en el tiempo de muy buena imagen, sobre todo si se les compara con la Marina, el Ejército o la propia Guardia Nacional. En su momento la policía federal que creó el ex Presidente Calderón fue la que tuvo mejor imagen de todas la policías, por arriba de la estatal y luego la municipal.
De las fuerzas públicas evaluadas de manera frecuente la Marina es la que cuenta con la mejor reputación, luego vendría el Ejército, la Guardia Nacional y finalmente las policías. Ese orden de reputación se convierte en un orden de preferencias sobre quién debería estar a cargo de la seguridad. Por este orden de preferencias o reputaciones no debe de sorprender que el Ejército sea preferido para cuidar las calles o que la Guardia Nacional dependa del él.
La discusión no es nueva. Por ello Parametria cuenta con una serie desde enero de 2007. Hace quince años el ex Presidente Felipe Calderón puso al Ejército en las calles y se generó una acalorada controversia. Se elaboró un discurso oficial en el que se habló por primera vez del reto que representaban las organizaciones criminales del narcotráfico. Se acuñó la frase “guerra contra el narco” para comunicar la lógica de las acciones de gobierno. Se empezó esta “guerra” enviando militares al estado de Michoacán.
Quince años después de este debate la discusión ha variado en su forma o en su circunstancia, pero no deja de ser la misma en el fondo. ¿Queremos al Ejército en las calles o no? ¿Está preparado el Ejército para convivir con la población civil? ¿Cuenta con los protocolos para resolver situaciones límites de violencia como manifestaciones o marchas fuera de control?
La discusión en el fondo es la misma, sólo con un formato distinto. En su momento el cuestionamiento fue “sacar al Ejército a las calles”. Hoy es tener una Guardia Nacional que dependa del Ejército. Al parecer para la ciudadanía la discusión es la misma. Como consecuencia su posición cambia poco. La ciudadanía prefiere al Ejército o a una fuerza pública vinculada con él a cargo de la seguridad del país.
Las series de Parametria se han adaptado a los términos de discusión. En su momento era que se prefería al Ejército o la policía para las tareas de seguridad. Luego si se prefería a la policía o a la Guardia Nacional. Hoy día la discusión es si está última debe depender de una organización civil o militar. La respuesta es comprensible y no es nueva. La opinión pública tiene la misma posición independientemente de la administración: Calderón, Peña Nieto o López Obrador, no importa quién esté a cargo del gobierno federal. Se prefiere al Ejército o una fuerza pública vinculada con él.
Hay que recordar que la reputación del Ejército va más allá de sus tareas de seguridad. Su desempeño durante contingencias naturales como ciclones, terremotos o cualquier desastre natural de esa índole le han dado una reputación incuestionable. Sus acciones en estas contingencias de esta naturaleza con el plan DN3 y su labor social en general, les crea mucha reputación.
El hecho que el presidente tenga el debate ganado en la opinión pública no significa que lo tenga en el Congreso o entre los especialistas. La discusión seguirá y con suerte tendremos una opinión pública más informada, pero ello no implica necesariamente que cambie de posición.
Nota Metodológica: Población objetivo: Personas mayores de 18 años con credencial para votar vigente. Representatividad: Nacional. N° de encuestas: 800 entrevistas cara a cara en vivienda realizadas del 29 de Julio al 1 de agosto del 2022. Método de muestreo: aleatorio sistemático con probabilidad de selección proporcional al tamaño. Marco muestral: secciones electorales reportadas por el INE. Nivel de confianza estadística: 95%. Margen de error (+/-) 3.5 %. Diseño de cuestionario, muestra, operativo de campo y análisis: Parametria S.A. de C.V.
Francisco Abundis