Resulta difícil de creer que, a más de 160 años de la separación del Estado y la Iglesia, y a más de 100 años de vigencia de la constitución que nos rige, todavía sigan mezclándose en nuestro país los actos políticos y los actos religiosos. Eso es justamente lo que ocurrió en las pasadas elecciones locales de Ocuilan y Cocotitlán, dos municipios mexiquenses, en donde los candidatos ganadores violaron la constitución federal durante sus campañas electorales, al participar en una peregrinación y darle la palabra a un sacerdote en un mitin, respectivamente.
Es de llamar la atención que ambos candidatos fueron postulados por el PRD, el cual posee una ideología de izquierda y presuntamente es defensor del Estado laico que tanto trabajo ha costado construir. Esto prueba que, a la hora de hacer proselitismo electoral, los partidos políticos y sus candidatos, ya sean de izquierda, centro o derecha, son pragmáticos; realizan prácticas ilegales, que les generan votos, con los que se ganan los comicios. En este sentido, en las elecciones se sigue aplicando la conocida frase de que “en la guerra y en el amor, todo se vale”.
En caso de que la Sala Superior, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación decida ratificar la sentencia de la Sala regional Toluca, habrá elecciones extraordinarias en esos dos municipios mexiquenses. Pero lo más sorprendente es que también competirán los partidos políticos que perdieron el registro, nacional o local, en caso de que hayan tenido candidatos en los comicios del pasado 1 de julio.
En otras palabras, es probable que Nueva Alianza, Encuentro Social y Vía Radical, los dos primeros con registro nacional y el tercero con registro local, vuelvan a participar en un proceso electoral, a pesar de que no existen en este momento, pero que por disposición legal, al repetirse los comicios, estarían en la posibilidad de competir por los ayuntamientos de esas dos municipalidades. Así de absurda es la legislación electoral del Estado de México.
El primer partido ha sido un aliado histórico del PRI, cuya estrella comenzó a declinar con la detención de su máxima lideresa ; el segundo lo fue de Alfredo del Mazo en 2017 y el tercero es un partido inventado, con muchas trampas y recursos del gobierno estatal, para que hiciera el trabajo sucio de golpear a la oposición durante la campaña de gobernador, en la cual formalmente no participó, pero sí apoyó de varias formas al sistema.
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Gabriel Corona
Ciudad de México /
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