Platicaba con un reportero de MILENIO, sobre la incidencia de afectaciones psicoemocionales en el personal dedicado a la educación en distintos niveles. Hemos visto en el ambiente de la psicoterapia, un incremento de pacientes que son docentes de profesión, pero también de personal administrativo y auxiliar en la estructura académica.
¿Las razones? Son cuatro y son bastante interesantes. Una de ellas es el efecto devastador de la pandemia en la salud y por el gran reto de regularizar a los chicos ante el desfase del aprendizaje y la enorme presión de tiempo y esfuerzo.
Otra fuente generadora de tensiones, es la carga excesiva de trabajo protocolario en la entrega de programas, planeaciones y evaluaciones, mucha de la cual carece de sentido y no será leída ni revisada por nadie y solo forma parte de una sofisticada burocracia, que disminuye el tiempo y la calidad que debiera dedicarse al perfeccionamiento de la labor de enseñar.
Al final, ese es el sentido auténtico de la noble profesión. La “tramitología” es una de las peores amenazas a la calidad de la educación.
La tercera razón es la dificultad de mantener el orden en el salón, en la escuela y en las periferias; el bullying y distintas formas de violencia, mantienen en jaque a maestros y directivos sobre todo de secundaria y preparatoria.
Algunos son omisos e indiferentes, pero otros maestros que han decidido aplicar la ley, han sido objeto de persecuciones y despidos; en una política donde la SEP muchas veces protege a alumnos golpeadores y revictimiza a alumnos maltratados.
“Estamos atados de pies y manos, porque las autoridades académicas no respaldan a los maestros” refieren algunos entrevistados. Si sancionan a alumnos con conducta psicópata, terminan siendo castigados maestros y funcionarios.
La cuarta, es porque muchos compañeros profesores, mandos medios y directivos, padecen severos desórdenes del carácter y generan un ambiente laboral infernal e insoportable, afectando a otros maestros de carácter sereno, comprometidos y alejados de los conflictos. Las diferencias políticas son también parte de esa conflictiva en donde parece haberse olvidado el sentido original de la educación.
Gabriel Rubio