No siempre estaremos de acuerdo

  • Semillas de conciencia
  • Gabriel Rubio Badillo

Tamaulipas /

¿Eres capaz de discutir sin percibir al otro como enemigo? Madurez en la convivencia con la gente que amamos, es la capacidad de respetar su pensamiento; es muy poco realista el suponer que siempre estaremos de acuerdo.

Una vida en donde todos coincidimos en el pensar y sentir es bastante utópica. Y sería muy aburrida.

Es lastimoso ver en redes sociales a gente que ni siquiera se conoce, intercambiando ofensas y vulgaridades por diferencias políticas o ideológicas. Es increíble el nivel de rabia y resentimiento que vomitamos.

Amar y respetar a la gente es reconocer su legítimo derecho a pensar distinto, sin que eso rompa la comunicación y la convivencia. De hecho, poder disentir y discutir, y después irnos a tomar un café, es signo de madurez y gentileza. Amarnos sin estar de acuerdo.

Hay familias peleadas y separadas por diferencias políticas, incluso en la misma casa.

Eso es el colmo de la sinrazón. Un signo de que has perdido el rumbo, es dejar de hablarle a alguien por no comulgar con tus ideas y filosofías.

La amistad, el amor en pareja, los lazos familiares y la convivencia en el trabajo, se llenan de rencores debido a la necia idea de que todos debemos pensar igual y creer lo mismo. La discapacidad emocional se perfila en aquel que se llena de rencor por un desacuerdo.

Si se logra en familia amarse con todo y diferencias, seremos una sociedad capaz de discutir con extraños en redes sociales, usando argumentos y no insultos. Priorizar en la calle, en el trabajo y en la escuela, la armonía y el bien común sobre el ganar un lugar en la fila o el paso en el auto.

No se necesita estar de acuerdo en todo; es encontrarnos a mitad del camino y ceder de manera equitativa. El respeto y el aprecio, suelen ser los mejores solucionadores. Ciertamente tenemos el legítimo derecho de poner tierra de por medio cuando una persona o circunstancia nos lastima.

Pero se vuelve destructivo enfocarnos a invertir nuestra energía en una persecución para cambiar al otro en base a nuestras expectativas. Es mejor apostarle a la coincidencia y al libre flujo de las afinidades. Nos merecemos relaciones donde la espontaneidad, sea cosa del día a día.


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