El crecimiento de la vivienda deshabitada en el AMG revela el impacto negativo de una política de desarrollo urbano sin previsión. Según el INEGI, en México existen 6.15 millones de viviendas deshabitadas, de las cuales una proporción significativa se localiza en municipios de Jalisco. En Tlajomulco de Zúñiga, por ejemplo, se estima que 76 mil viviendas están vacías, muchas de ellas situadas en zonas de reciente expansión como el Valle de Tlajomulco, incluyendo fraccionamientos icónicos como Chulavista, Santa Fe y Valle Dorado. Al no habitarse estos espacios, se desperdician los recursos sociales y se limita la cohesión comunitaria, generando también problemas de inseguridad.
Investigadores de la Universidad de Guadalajara, encabezados por Juan Ángel Demerutis Arenas y Luis Fernando Álvarez Villalobos, han identificado en el AMG un fenómeno al que denominan “ciclo de deshabituación periférica”. Este proceso describe cómo las áreas urbanas que nacieron bajo el impulso de la “vivienda social” en la periferia de las ciudades se encuentran actualmente en proceso de abandono, debido a que la oferta inmobiliaria no responde a las necesidades reales de los residentes en cuanto a infraestructura y servicios. La falta de conectividad y de servicios públicos en estos fraccionamientos periféricos, no solo impulsa el abandono de las viviendas, sino que también promueve la dispersión de los centros poblacionales, alejando cada vez más a las personas de las oportunidades de empleo y desarrollo.
En paralelo al fenómeno de deshabitación, la gentrificación y la transformación de usos de suelo conducen a una presión por el cambio de destino de las viviendas deshabitadas. Según los estudios, se ha registrado una correlación entre el abandono de viviendas y el surgimiento de nuevas unidades económicas en estos espacios, fenómeno que se ha visto facilitado por la falta de regulación en el cambio de uso de suelo.
La crisis de vivienda en Jalisco es resultado de decisiones de desarrollo urbano que priorizaron la cantidad, sobre la calidad y la ubicación. Esto no solo ha contribuido al abandono de viviendas y a la dispersión urbana, sino que también ha creado fraccionamientos que, lejos de resolver la problemática habitacional, la profundizan.