El costo de la indolencia

Jalisco /

México enfrenta un momento crítico en materia de salud pública. Mientras organismos internacionales recomiendan destinar al menos el 6% del PIB al sector, nuestro país apenas invertirá el 2.5% en 2025. La salud, ese derecho humano fundamental, hoy queda atrapada entre recortes presupuestales y decisiones políticas erráticas.

El presupuesto para el sector salud disminuirá un 11% respecto a 2024. El golpe más fuerte lo recibirá la población sin seguridad social: la Secretaría de Salud sufrirá un recorte del 34%, mientras los estados, a través del FASSA, perderán más de 60 mil millones de pesos. Jalisco, uno de los pocos estados que no cedió la operación de sus servicios al OPD IMSS-Bienestar, enfrentará una reducción de 218 millones de pesos, lo que complica aún más el panorama.

Pese a este contexto adverso, los Hospitales Civiles de Guadalajara —institución hospitalaria y formativa ejemplar— demuestran que la visión y la inversión estratégica generan resultados. En seis años, su infraestructura creció significativamente: más camas, más quirófanos, más consultas, más intervenciones médicas. El “Fray Antonio Alcalde” y el “Juan I. Menchaca” hoy figuran entre los doce mejores hospitales del país, según Newsweek y Statista.

No obstante, las necesidades siguen siendo apremiantes. Urge concluir el segundo edificio del Hospital Civil de Oriente para ampliar la cobertura a una población desprotegida y olvidada. La salud pública no puede ser rehén de estrategias políticas improvisadas, sino el eje de un verdadero proyecto de Estado, que apueste por el bienestar colectivo.

La Universidad de Guadalajara y el Gobierno de Jalisco lo han entendido, impulsando una red hospitalaria universitaria de alta especialidad y docencia. Este modelo, exitoso en otros países, apuesta a la investigación, la innovación y la formación de profesionales de la salud. México necesita más proyectos de este tipo y menos discursos vacíos.

Hoy, el retroceso silencioso en salud pública es una alarma que no podemos ignorar. No se trata solo de cifras o de discursos de autosuficiencia; se trata de vidas humanas que, por omisión o negligencia, están siendo condenadas al abandono.


  • Gabriel Torres Espinoza
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