¿Para quién estamos construyendo?

Jalisco /

Se ha afirmado que el Mundial “es una muy buena excusa para hacer grandes obras”. El problema no es la obra pública per se, sino el sentido de su ejecución. El Mundial 2026 ha servido como catalizador de inversiones en movilidad, drenaje y espacio urbano. En un estado con amplias brechas en educación, salud, acceso al agua y vivienda, ¿es el espectáculo deportivo la mejor justificación para mover la maquinaria del gasto público? ¿A quién servirán estas obras una vez que termine el Mundial? ¿A la población local o a los grupos hoteleros, turísticos y comerciales?

Es indispensable recordar que la FIFA y todas las empresas involucradas en la organización no pagarán impuestos en México. Así lo establece un artículo transitorio en la Ley de Ingresos de la Federación de 2026, sustentado en un acuerdo firmado en 2015 por el gobierno federal, y cuya vigencia fue confirmada este año. Esto significa que los gastos asociados a la logística, seguridad, servicios y mantenimiento del evento correrán, en buena medida, a cuenta del erario público. Mientras que las ganancias privadas quedarán libres de carga tributaria.

Los megaeventos como el Mundial generan transformaciones urbanas aceleradas que, lejos de beneficiar a las mayorías, provocan fenómenos de desplazamiento, aumento en los precios de renta y procesos de gentrificación. Guadalajara ya vive estas tensiones. El dinamismo inmobiliario en torno a Zapopan ha expulsado a poblaciones de ingresos medios y bajos hacia zonas periféricas sin infraestructura básica.

Es cierto que este tipo de eventos pueden dejar capacidades instaladas. Pero la historia reciente sugiere que esos beneficios son, en el mejor de los casos, limitados y desiguales. Las obras construidas con motivo de los Juegos Panamericanos 2011 (otro gran evento deportivo en Guadalajara) hoy son un caso mixto; algunas se convirtieron en espacios útiles para la comunidad; otras, como la Villa Panamericana, terminaron siendo proyectos inmobiliarios fallidos y fuente de conflicto ambiental.

El Mundial 2026 será, sin duda, un espectáculo global. Pero cuando se apague la última luz del estadio, lo que quedará será el resultado de las decisiones tomadas hoy. Y Jalisco tiene la obligación de preguntarse: ¿para quién estamos construyendo? 


  • Gabriel Torres Espinoza
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