‘Robos con aval’

Ciudad de México /

Llamamos ‘corralones’ de vehículos a esos lugares donde los autos involucrados en accidentes o estacionados en áreas prohibidas, por ejemplo, encuentran su temporal morada cuando son remolcados por una grúa. Estos ‘corralones’, son una parte esencial del proceso de regulación del tráfico, de la imposición de sanciones y la seguridad vial. Sin embargo, a pesar de su papel imprescindible, los corralones también son el escenario de una serie de dificultades y problemas relacionados con la corrupción, el hiper burocratismo, y la tramitología absurda, que dificultan la recuperación de los vehículos a los ciudadanos. Deben pasar por un verdadero ‘calvario’, pagar gratificaciones y cobros excesivos para poder recuperar su vehículo, muchas veces ya con sustracción de piezas. Estos desafíos no solo afectan a los propietarios, sino que también tienen un impacto en la propia economía por la pérdida de tiempo, de recursos económicos y de horas hombre. Además de contribuir a la percepción general de la ausencia de justicia y eficacia del gobierno.

Los corralones son infraestructuras donde los vehículos involucrados en accidentes de tráfico, estacionados en áreas no permitidas o sancionados por la autoridad, son remolcados y almacenados temporalmente. Sin embargo, la operación de los corralones no está exenta de la burocracia deliberadamente diseñada para hacer florecer una cadena de actos de corrupción, donde el único afectado es el propietario del vehículo. Se trata de un absurdo sistema de gestión, eso sí, perfectamente elaborado para dificultar la recuperación de vehículos y afectar las finanzas de los ciudadanos y, con ello, la confianza pública en la autoridad.

Una investigación, que se compone de tres entregas del periodista Henry Saldaña describe que “en el papel, la Ley y el Reglamento de Tránsito de Jalisco, señalan que los depósitos vehiculares son espacios de control municipal o concesionado a empresas privadas, los cuales son utilizados para guardar el vehículo que quedó como garantía a disposición de la autoridad, y que se supone “son seguros”. “Estos depósitos, además, se utilizan para almacenar y resguardar bienes muebles y vehículos accidentados, retenidos o descompuestos, o bien recuperados de robo, que quedan bajo custodia como garantía de que se pague la sanción interpuesta o sean reclamados por sus dueños”.

“Hace unos años -detalla el periodista- ‘descacharrizar’ las calles y avenidas de Guadalajara era una prioridad. Tanto así, que cuando estos pertenecían al desaparecido Instituto Jalisciense de Asistencia Social (IJAS) se habilitaron “corralones modelo” con sistema de videovigilancia y los autos ingresaban incluso con un seguro antirrobo. Pero en esta administración el IJAS desapareció y, con él, esa política de servicio. Hoy, los vehículos quedan en los corralones bajo su propio riesgo”.

“La transa, porque eso es -afirma el periodista- empieza desde que aparece la grúa. Una vez que ésta engancha el automotor, quien primero buscará chantajearte es el chofer que te remolcará y pretenderá cobrarte entre cuatro mil 500 y hasta 10 mil pesos por desengancharlo.” Advierte Henry Saldaña. Y si no pudiste recuperar tu vehículo en las primeras horas, entonces vendrán una serie de problemas y de burocracia que te llevará días, semanas, meses y hasta años para volver a subir a tu unidad” https://udgtv.com/noticias/corralones-de-jalisco-parte-i/194966.

Uno de los problemas que más lacera a los propietarios de vehículos, depositados en los corralones es, definitivamente, la corrupción. En los corralones solicitan sobornos a los propietarios de vehículos para agilizar los trámites o reducir las tarifas. En algunos casos, incluso, se han reportado situaciones en las que se fabrican cargos adicionales para aumentar los costos de recuperación.

Las dificultades y corrupción en la recuperación de vehículos en los corralones, plantea agudos problemas que pasan desapercibidos para legisladores y autoridades. También para los burócratas ‘anticorrupción’. Resulta esencial que las autoridades simplifiquen procesos, los forjen más transparentes, apliquen tarifas razonables y se aseguren de un tiempo corto para completar la recuperación de un vehículo. 


  • Gabriel Torres Espinoza
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