Recordemos que ser ama de casa fue el único rol posible para las mujeres por los siglos de los siglos en el mundo, pues no tenían la opción de estudiar ni de trabajar fuera de casa. Hasta hace 100 años que pocas se atrevieron a ir las universidades para poder formar parte de la clase trabajadora. Su introducción a estos medios ha sido lenta, y aunque ahora hay mayor fuerza, ellos siguen siendo más en todos los ámbitos, mientras que la mayoría de ellas se dedican a este rol tan poco apreciado.
En nuestro país, las mujeres, y ahora también la primera presidente Claudia Sheinbaum, siguen dedicándose a este rol, que poco se reconoce, y a veces es nombrado peyorativamente, como fue el caso de un comentario reciente que hizo el actor Rafael Inclán en alusión a que durante seis años nos gobernará una ama de casa y que después, a pesar de pedir disculpas, mereció respuesta de parte de ésta como “soy abuela, madre, presidenta y orgullosamente ama de casa, reconocimiento que merecen todas las mujeres por dedicarse a las tareas del hogar a pesar de que nadie lo hace”.
Y es que la doctora Sheinbaum trata con sus palabras de reivindicar la labor de aproximadamente dos terceras partes, de los 67 millones de mexicanas que habitamos esta nación, que tenemos esta ocupación que se efectúa por tradición o por elección en diferentes proporciones, según las necesidades de las diferentes clases sociales, que la mayoría de ocasiones no solo no son pagadas cuando se trata del mismo hogar (60%). sino que llega a ser el doble de esfuerzo cuando también se trabaja fuera de casa.
Dedicarse a esto, se refiere al conjunto de labores exclusivas que realizan los miembros del núcleo familiar en su propia casa con el fin de satisfacer las necesidades de subsistencia básica del mismo y las suyas propias, pero que igualmente se contrata a trabajadoras domésticas para que realicen una parte, sobre todo en labores de limpieza, que en ambos casos es tan importante, pues representa el 24.3 por ciento del PIB.
Es por esto que ser ama de casa en México, para el 56.6 por ciento que conforma la clase baja, es una imposición, ya que no se cuenta con los suficientes ingresos para contratar ayuda externa de una trabajadora domestica, como es el caso para una clase media que son el 42.2 por ciento de la población que en ocasiones si puede hacerlo, en un intento de aligerar las condiciones de las mujeres jefas del hogar y que muchas veces trabajan fuera de casa. Y para un 1.2 por ciento de las habitantes de clase alta, el contrato de personal es imprescindible, en donde casi desempeñan la totalidad de funciones.
Ser ama de casa en nuestro país es una labor tan importante como necesaria para el desarrollo de los integrantes de un hogar. En lo positivo se convierte gratificante dar un servicio para los que se aman, a veces como una única vocación que se prefiere realizar; pero en lo negativo puede ser tan agotador como esclavizante, sin horarios ni derecho a vacaciones o se puede convertir en una adicción por no encontrar otras opciones de desarrollo.
Es posible mejorar las condiciones de todas las amas de casa, teniendo la misma proporción de tareas de todos los integrantes de una familia; mientras que las que son trabajadoras domésticas pagadas tengan horarios como cualquier trabajador de empresas y las mismas prestaciones.
Usted tiene todos los satisfactores que necesita para desempeñarse, gracias a que una ama de casa le brinda estos beneficios. Reconozca, colabore y trate de que su vida tenga bienestar.