Ifigenia Martínez: pionera de la desigualdad

Ciudad de México /

La maestra Ifigenia Martínez falleció el sábado 5 de octubre a los 94 años de edad. Muchas cosas se escribirán y dirán sobre ella en estos días. Se recordará que fue directora de la entonces Escuela Nacional de Economía de la UNAM (hoy Facultad de Economía), se hablará de su extensa y exitosa trayectoria como funcionaria pública, se escribirá sobre su papel como legisladora en distintos momentos cruciales de la historia del país, se mencionará su participación como fundadora de la corriente democrática del PRI y se destacará que apenas el pasado martes le entregó la banda presidencial a la primera mujer que preside al país.

Ifigenia fue todo eso y mucho más. Hoy, sin embargo, yo quisiera recordarla por algo que a mí en lo personal me impresionó e influyó más: su rol como pionera de los estudios sobre la distribución del ingreso en México. Su trabajo sobre desigualdad fue revolucionario en varias dimensiones. Ella realizó la primera estimación moderna de la desigualdad en México. En sus cálculos, utilizó información que aún no había sido publicada de la primera Encuesta de Ingresos y Egresos de los Hogares que existió en México. Sus resultados nos resultan tristemente familiares: en 1950 el 0.9 por ciento de las familias con mayores ingresos recibía el 22.8 por ciento del ingreso nacional. Esto no es muy distinto de lo que han encontrado estudios más recientes. Por ejemplo, Miguel del Castillo de la Cepal ha estimado que el uno por ciento más rico de México percibía en 2012 precisamente el 22.8 por ciento de los ingresos totales.

Ahora bien, no se crea que la contribución de la maestra se limitaba a la medición de la desigualdad. No, su trabajo incluía reflexiones políticas y económicas más profundas. En uno de sus escritos iniciales, por ejemplo, Ifigenia identificó que una mayor desigualdad afectaba negativamente al crecimiento económico, lo que tenía implicaciones para la vida democrática del país: “Una mejor distribución del ingreso no sólo es compatible sino indispensable para alcanzar elevadas tasas de desarrollo y favorecer la consolidación de valores democráticos”.

En otra parte, Ifigenia argumentó en favor del Estado para promover una sociedad menos desigual y más incluyente: “… el Estado debe empeñar sus esfuerzos en racionalizar políticas capaces de acelerar el desarrollo apoyado en los efectos de una distribución más equitativa, de una política de empleo productivo y mano de obra más sana y productiva, de una mayor estabilidad política y social que permita el acceso democrático a las oportunidades de trabajo y educación”.

Para lograr su objetivo de una sociedad más igualitaria, Ifigenia promovía la aplicación de una política fiscal progresiva, una política de empleo que permitiera incorporar a la fuerza laboral a actividades remuneradas, una política de ingresos que fortaleciera los salarios reales y una política social dirigida a aumentar el bienestar de las clases populares. Con estas posturas, no sorprende que Ifigenia haya roto con el PRI de los años ochenta. Lo que sí sorprende es la reticencia que aún hoy parece tenerse para aplicar una política fiscal más progresiva. Hacer una reforma fiscal de este tipo quizá sería el mejor homenaje que se le pudiera hacer a la querida maestra.

  • Gerardo Esquivel
  • Economista.
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