La elección en EU y el T-MEC

Ciudad de México /

Estamos a días de la elección presidencial en Estados Unidos. De acuerdo con las encuestas recientes, la moneda está en el aire. El empuje inicial de la candidatura de Kamala Harris ha perdido fuerza y el ex presidente Trump se ha recuperado, especialmente en los estados conocidos como bisagra. La elección está tan cerrada que el modelo predictivo de The Economist le da 55% de probabilidades de ganar a Trump versus 45% para Harris, a pesar de que su propio seguimiento de encuestas le otorga a ella la delantera en la intención del voto popular por un margen de 49% a 47%. En cualquier caso, ambos resultados se encuentran dentro del margen de error, por lo que cualquier cosa podría pasar.

¿Qué implicaciones tiene esto para México y, en particular, para el futuro del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC)? Existe una corriente de opinión que considera que nos convendría que ganara la candidata demócrata. Se anticipa que una eventual presidencia de Harris sería menos disruptiva para México, especialmente en materia comercial y migratoria. Es posible que así sea, sobre todo a la luz de la actitud beligerante hacia México que ha caracterizado al candidato republicano al menos desde 2016. Sin embargo, esto no quiere decir que el escenario de un triunfo de Kamala sea necesariamente cómodo para México ni que el T-MEC vaya a estar exento de una revisión en 2026. Baste recordar que Kamala fue de los pocos senadores que votaron en contra de la aprobación del T-MEC en enero de 2020.

En realidad, hay factores globales y locales que hacen casi irremediable que el T-MEC sea sujeto de una amplia discusión de aquí al 2026. A nivel global, el conflicto entre Estados Unidos y China ha crecido y las posturas anti-China se encuentran presentes a lo largo de todo el espectro político estadunidense. Esto tiene dos efectos para México, uno positivo, la posibilidad de beneficiarnos ampliamente por el efecto de relocalización de empresas (o nearshoring), y uno negativo, por la presión que esto implica para que nos alineemos en una política común frente a China.

Esta presión se verá acentuada por un fenómeno comercial que no ha pasado desapercibido: las crecientes importaciones chinas desde México y las crecientes exportaciones de México a Estados Unidos. Para algunos observadores acuciosos, esto sugiere (aunque no prueba) que México sirve como un país de paso de productos chinos hacia el mercado estadunidense. Por ello, no nos debe quedar la menor duda de que las presiones comerciales se acentuarán de aquí a la revisión del T-MEC y que Estados Unidos pugnará para que adoptemos restricciones a los productos chinos similares a las que ellos han impuesto. Esto será cierto independientemente del resultado de la elección.

En el ámbito local hay varios factores que contribuirán a que la revisión del T-MEC no sea sencilla: las controversias pendientes en materia de maíz transgénico y en el sector energético, la reforma judicial en curso y la posible desaparición de algunos organismos autónomos. Todo ello entrará como parte de los temas a discutir hacia la revisión de 2026. Así que el escenario de la revisión del T-MEC no será fácil ni con Kamala ni con Trump. No habrá escenario cómodo para nosotros.


  • Gerardo Esquivel
  • Economista.
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