Hace poco se anunció la política de salarios mínimos para 2026. El anuncio fue positivo por dos razones: por un lado, porque seguirá aumentando el bienestar de las familias de varios millones de trabajadores; por el otro, porque se retomó la política de aumentos diferenciados entre la Zona Libre de la Frontera Norte (ZLFN) y el resto del país. Esta política se implementó en 2020, pero había sido abandonada desde entonces. Así, mientras que el aumento del salario mínimo en la ZLFN será de solo 5 por ciento, en el resto del país aumentará en 13 por ciento. En ambos casos se trata de incrementos por encima de la inflación, pero el aumento real es más importante en el resto del país que en la frontera (9 versus 1 por ciento).
Esto último es positivo porque reconoce que la situación es distinta entre regiones: por una parte, porque en la frontera ya se alcanzó desde el año pasado el objetivo establecido por la presidenta Sheinbaum en el sentido de que el salario mínimo sea al menos de 2.5 veces el valor de la línea de pobreza urbana; y, por el otro, porque reconoce implícitamente que, mientras que en el resto del país aún hay margen para aumentos significativos, en la frontera esto ya no es así. Allí, al menos desde 2024, los costos laborales ya han comenzado a provocar estragos en el mercado formal.
De hecho, hacia diciembre de 2024 el empleo formal en 4 de los 5 estados fronterizos ya se había comenzado a contraer a tasa anual: en Tamaulipas y Chihuahua marginalmente (-0.2% en ambos casos) y un poco más en Sonora y Baja California (-1.1% y -1.6%, respectivamente). El único estado fronterizo en donde seguía creciendo el empleo formal era Coahuila (0.7%) y, aún allí, dicho crecimiento estaba por debajo del observado a nivel nacional (1%).
Esta situación se agudizó en 2025, en parte debido al aumento generalizado de principio de año (12% en todo el país). Ahora, con cifras a octubre de 2025, el empleo formal en todos los estados fronterizos ha caído en su comparación anual: en Chihuahua el empleo formal cayó en 0.8%, seguido por Tamaulipas (-1.8%), Baja California (-2%), Sonora (-2.1%) y Coahuila (-2.5%). Con estos datos ya suman prácticamente dos años de contracción del empleo formal en toda la frontera norte.
La compleja situación que se vive en la ZLFN fue reconocida por la Comisión Nacional de Salarios Mínimos en su propuesta de esquema de fijación de salarios para 2026. En dicho documento, la comisión señala, con base en un estudio estadístico, que una empresa típica perteneciente al sector Immex (Industria Manufacturera Maquiladora y de Servicios de Exportación), “situada en la frontera norte enfrentó, en promedio, una probabilidad 8 puntos porcentuales más alta de registrar una contracción laboral que una ubicada fuera de la zona.” Este resultado justifica la reducción del ritmo de aumento al salario mínimo en la ZLFN. La prudencia de esta acción se combina con la firme decisión de continuar aumentando el salario mínimo en términos reales en el resto del país. En su conjunto, son dos muy buenas noticias para México: mayor bienestar y prudencia económica.