El 18 y 19 de noviembre se llevará a cabo la cumbre del G-20 en Brasil, donde se reunirán los líderes de las 20 economías más grandes del mundo.
El G-20 representa el 90% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial y dos terceras partes de la población global.
En esta cumbre se toman decisiones con repercusiones internacionales, de ahí la importancia de que los temas tratados realmente impacten y beneficien a toda la población mundial.
La agenda principal de esta cumbre está centrada en tres aspectos: inclusión social y lucha contra el hambre; transición energética y desarrollo sostenible en sus dimensiones social, económica y ambiental; y la reforma de las instituciones de gobernanza global. Que mejor que China para hablar sobre los temas antes mencionados, en los que ha conseguido grandes réditos a lo largo de los años.
El gigante asiático es de los países más comprometidos en el mundo con relación a la transición energética.
De acuerdo con Carbon Brief, un sitio web británico especializado en publicar artículos e información sobre el cambio climático, señala que las energías limpias generaron una cifra récord del 44% de la electricidad de China en mayo de 2024, empujando la cuota del carbón a un mínimo histórico del 53%.
Por otro lado, China ha impulsado nuevas instituciones de gobernanza global, como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) que permite acceder a financiamiento a los países miembros de este organismo para el desarrollo de proyectos de infraestructura; el AIIB no otorga créditos a sus miembros a través de condiciones políticas y económicas draconianas (como si lo hacen las instituciones de Occidente).
China a través de su política de desarrollo agrícola logró erradicar la pobreza extrema.
La cooperación con el Sur global, especialmente África, es de suma importancia para la segunda potencia económica.
Lejos del extractivismo económico y el colonialismo que los países de Occidente veían en el continente africano, China mantiene una relación entre iguales con sus pares de África.
El año pasado, el comercio entre ambas partes superó los 282.000 millones de dólares. China ha sido el mayor socio comercial de África durante 15 años consecutivos.
A finales de 2023, el valor de la inversión directa de China en África superaba los 40.000 millones de dólares, convirtiéndose en una de las principales fuentes de la inversión extranjera del continente.
China llega a esta cumbre con el propósito de promover una agenda económica, política y social que no solo genere bienestar para su población, sino que también beneficie al mundo entero, impulsando iniciativas de desarrollo global inclusivo, como la Franja y la Ruta.
Tras la tercera sesión plenaria del XX Comité Central del Partido Comunista de China (PCCh) en julio, el gobierno decidió que su objetivo principal para avanzar en el desarrollo económico es fomentar el progreso tecnológico.
Esto permitirá fortalecer la economía a través de nuevas fuerzas productivas, es decir, transformar los factores de producción mediante la innovación tecnológica, el Big Data, el Internet de las cosas y las tecnologías inteligentes.
Hace dos semanas escribí sobre la importante relación comercial que China tiene con Latinoamérica.
Durante esta cumbre la agenda china se enfocará en seguir construyendo y fermentando lazos de amistad y cooperación comercial con la región.
El Puerto de Chancay, ubicado en Perú, ya habrá sido inaugurado cuando inicie la cumbre el G-20; este puerto, financiado por el gobierno chino a través de la empresa estatal Cosco Shipping Ports Limited, será un nodo logístico comercial mundial entre las economías de Asia-Pacifico, siendo las economías de Sudamérica las más beneficiadas.
Brasil y Argentina, países que participarán en la cumbre del G-20, tienen en China a su primer socio comercial.
El pragmatismo debe privar sobre los dogmas ideológicos, y China lo sabe, al igual que sus socios comerciales.
El presidente argentino, Javier Milei, un outsider del establishment político argentino, parecía que a inicios de su administración quería distanciarse de China, pero la realidad y los beneficios que trae para la economía argentina la relación con el gigante asiático lo han hecho ver la situación de manera diferente. “Me sorprendí muy gratamente con China.
Es un socio comercial muy interesante, porque no exige nada, lo único que piden es que no los molesten”, fueron las declaraciones del presidente argentino ante medios de comunicación de su país hace algunas semanas, reculando en su posición de no querer hacer negocios con aquel país cuando aún era presidente electo.
El desarrollo compartido es la senda del progreso, eso lo tiene claro China desde hace tiempo.
La cumbre del G-20 será una muestra de ello.