Por su geografía, economía y su política exterior México es considerado una potencia emergente. Giaccaglia Clarisa (2017) define como potencia emergente aquel Estado que sobre la base de significativas capacidades materiales desarrolla un creciente activismo internacional en ámbitos multilaterales, tanto en su entorno regional más próximo, como en sucesivas y simultáneas negociaciones globales.
México es, sin duda alguna, privilegiado en el concierto de las naciones.
Cuenta una posición geográfica envidiable, al norte tiene como vecino a la mayor potencia económica y militar del orbe: Estados Unidos, una ventaja que cualquier otro país quisiera tener, aparte de su vecino es su principal socio comercial, cerca del 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen al mercado estadounidense.
A su vez, México es la principal potencia exportadora de América Latina, según datos del Banco de México (2020) las exportaciones de bienes y servicios sumaron más de 400 mil millones de dólares.
Es también uno de los países con más tratados de libre comercio (tiene13) en el mundo, no obstante, ha enfocado todo su poderío comercial hacia Estados Unidos.
La economía mexicana tiene un lugar privilegiado, siendo la quinceava, de acuerdo con Statista, un portal alemán especializado en estadística económica, el Producto Interno Bruto (PIB) mexicano en 2020 representó el 1.86% del PIB mundial.
México es potencia emergente no solo por su poderío económico, sino también por su agenda de política exterior que tiene (principalmente aquella desarrollada durante el siglo XX) y que fue reconocida en el pasado por sus principios de respeto a la autodeterminación y no intervención en la política interna de los pueblos.
Si bien no intervenía en los asuntos internos de los gobiernos extranjeros, en ciertas ocasiones, por filiación, interés o conveniencia, la política exterior mexicana fue pragmática.
Los gobiernos mexicanos fueron críticos tanto a los totalitarismos que acaecieron en Europa durante la década de 1930, así como a las dictaduras militares de América Latina del siglo pasado. Unas de las vertientes de la política exterior mexicana han sido el asilo diplomático y el refugio.
Personajes históricos de la política mundial se acogieron al derecho de asilo mexicano, como por ejemplo León Trotsky uno de los precursores de la Revolución de octubre de 1917 y de los jerarcas del partido comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), pero que a la muerte de Lenin tuvo diferencias con el nuevo mandamás soviético: Iósif Stalin, quien terminó por expulsarlo de la URSS; después de varias travesías y un largo exilio por varias naciones Trotsky llegó a México en 1937.
Los niños de Morelia fue otro episodio en donde la política exterior mexicana fue ejemplo a nivel internacional, cientos de infantes españoles, hijos de republicanos, llegaron a la capital de Michoacán como refugiados debido a la cruenta Guerra Civil que se estaba librando en España entre los fascistas y los republicanos, cabe mencionar que los niños de Morelia, al igual que Trotsky, antes de su llegada a territorio mexicano realizaron todo un periplo para que pudiesen estar salvaguardados, México fue el único país que demostró una política exterior altruista al recibirlos.
Posteriormente no solo llegarían niños, hombres y mujeres tuvieron que exiliarse en el país latinoamericano al triunfo del franquismo, datos de la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR, 2019) señalan que de 20,000 a 25,000 españoles se exiliaron entre 1936 y 1942.
Con certeza se puede decir que esta acción diplomática del gobierno mexicano para con los exiliados españoles se debió al fuerte lazo de amistad e ideológico entre el gobierno de Cárdenas y el bando republicano, ambos con filiación socialista.
La política de exilio no fue solo para España, también llegaron a territorio mexicano durante el siglo pasado personas provenientes de Centroamérica y Sudamérica que eran expulsadas por las dictaduras militares.