Los 30 de Adele

Ciudad de México /

No, no es una columna de música, aunque debiera. En 2008, las aun poderosas disqueras se debatían entre los géneros musicales que debían apoyar ante los cambios sociales que se avecinaban. No era aun la peor época económica. Lehman Brothers estaba por quebrar en ese otoño y Bush vivía una tensa calma hacia lo que sucedería en la elección de noviembre. 

Los focos estaban puestos en Clinton y Obama, McCain no estaba aun en el panorama y parecía que ni siquiera la guerra contra el narco estaba en su peor momento. No llegaba aun la pandemia –la de Calderón, en donde sí corrieron a López-Gatell– y López Obrador estaba por salir de PRD para crear su Movimiento de Regeneración Nacional.

Ahí, una joven de 19 años lanzó una canción que a algunos les llamó la atención en Gran Bretaña. No fue considerada en América porque, obvio, lo que estaba en juego no estaba para canciones depresivas que hablaran de amores perdidos y sinsabores de adultos jóvenes. Sí, su aparición en Saturday Night Live llamó la atención y el disco tuvo ventas considerables, pero nada que marcara lo que seguiría. El éxito llegaría en 2011. 21, disco de Adele, marcaría a un mundo complicado por crisis económica, un sistema de salud roto, xenofobia en crecimiento y, con ello, un racismo claro que iba fincando el terreno a las rupturas que vendrían un lustro después. Ahí, Adele fue el soundtrack perfecto, no para la depresión por la perdida, sino por la idea aglutinadora del desamor. La construcción de las canciones –creadas hasta con una escala armónica que llevaba al subconsciente a un sentimiento de zozobra colectivo– era un pacto general de desazón.

Piense usted por un momento en “Someone like you” y verá que tengo razón. Para 2015, Adele se convirtió en sketch de Saturday Night Live gracias a “Hello”, primer sencillo de 25, bajo un precepto conductor: podían pensar radicalmente distinta, pero el sentimiento transformador de la música de la británica ayudaba a comulgar.

En cualquier caso, la ruptura se encontraba. Seis años después, la ruptura es mucho más profunda a nivel internacional y local. Crear pactos y encontrar hilos que fusionen. La pandemia hizo más evidente las brechas y, a ello, hay que añadirle lo complicado que es crear un fenómeno mundial de una nueva canción. La promoción musical es mucho más difícil en 2021 de lo que era una década antes y, además, la duración de un sencillo es mucho más finito.

En esas condiciones Adele intentará ser un motivo de unión a nivel mundial desde el día de hoy. La maquinaria que va detrás es enorme: una disquera que echa toda la carne al asador, canales de televisión y estaciones de radio –cada día más devaluadas a partir de la soberbia mundial de sus dueños– y redes sociales más plataformas de streaming que intentarán crear ese círculo virtuoso desde la razón de una canción de amor. Parece poco, pero en un universo tan dividido y en discurso lleno de odios y fracturas, puede ser que, una vez más, una melodía podría ser buena noticia.

Portapapeles

El problema no es donde coma o cene un individuo que está señalado como corrupto. Tampoco que lo esté a partir de un acuerdo hecho en donde puede ser libre a cambio de información que incrimine a otros pillos. La dificultad es mentir y, ahora, el caso Lozoya está lleno de mentiras: de la Fiscalía, del protagonista, de sus abogados y, claro, de los otros inculpados.

La única verdad es que del caso Odebrecht no se ha recuperado un solo peso de los desparramados por la empresa multinacional en sobornos. Y, claro, de nada ha servido para que la calidad de vida de los mexicanos mejores. De lengua se comen un taco… de pato laqueado.

Gonzalo Oliveros

goliveros@me.com


  • Gonzalo Oliveros
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS