No se necesita mucho cerebro para ver lo que ha pasado en las últimas horas: los políticos deberían de ser honestos hasta para ser deshonestos.
Xóchitl Gálvez cometió no un error de juventud sino de soberbia: plagiar una cantidad considerable de enunciados y datos creados por otros autores y adjudicárselos en su informe de trabajo para titularse como Ingeniera. No es cosa menor: habla del nivel de rectitud de una candidata a la Presidencia de México.
Cierto, el cargo está ya tan desgastado y los valores tan olvidados en este país que pareciera que para los opositores y ella misma eso se arregla con un poco de Polish: si necesita, hace otro reporte y listo, con eso tiene lo suficiente para continuar.
No debería ser tan fácil, pero si consideramos que la contrincante y puntera fue una gobernante que tiene casi una treintena de muertos dentro de su administración por falta de mantenimiento en el principal sistema de transporte público de la ciudad que gobernaba, cualquier cosa puede pasar.
De hecho, pasa. La maquinaria de propaganda a cargo de Jesús Ramírez -uno de los que repetirá cargo en el próximo sexenio- ha comenzado un obús de críticas -merecidas todas- hacia la folclórica candidata. No obstante, todos ellos olvidan su silencio cómplice cuando Yazmín Esquivel cometió ese error de juventud -AMLO dixit- por el que se robó toda una tesis. La deshonestidad moral no importa tanto como los dineros obtenidos -desde oficinas satélites y turísticas (guiño guiño)- con los que hacen crecer los números de sus canales digitales. La nueva chayocracia en camino a constituir el nuevo obradorismo.
Son los mismos que no ven mal que un ejército señalado por crímenes de guerra cometidos en los últimos meses desfile en suelo mexicano. Aducen que lo mismo pasó en el pasado, pero omiten que fue en el 2010 dentro de los festejos por el Bicentenario de la Independencia. La mala memoria o la mala praxis a conveniencia.
Tan mala memoria como la del presidente que, ahora, tilda de enemigos a esos que utilizó como caballo para derrocar al priismo. Los padres de los 43 insisten en revisar a aquellos que el mismo López Obrador deslizaba como corresponsables de la tragedia de la Noche de Iguala: los militares. A cambio, el presidente elude y ve fantasmas en el Salón Tesorería. No le queda de otra más que agotar tiempo en su salida.
Quien no tiene más tiempo es Movimiento Ciudadano. El adelanto de precampañas ha inclinado la balanza y los dineros. Alfaro no le quiere ceder a Ebrard el negocio y García se ha hecho de un aliado circunstancial en occidente.
No obstante, las alianzas se cuecen muy rápido al final del verano jalisciense. La comentocracia local ha comenzado a virar sus críticas el gobierno de Alfaro y -¡sorpresa!- ve todas las deficiencias de Pablo Lemus como gobernante. No, no ha cambiado mucho en estos meses a reserva de un matiz: el acuerdo para que dos personajes políticos vayan en tándem y ayuden a Morena a erradicar al movimiento naranja de la tierra del mariachi.
Son tan obvios que se ve desde donde escribo.
¿Ustedes no lo ven?