A lo largo de mi carrera como reportero y encargado de los noticieros locales en una importante empresa televisora, nunca pude evitar el dejo de burla al leer los boletines que periódicamente envían los encargados de la comunicación y relaciones públicas de los funcionarios burocráticos en turno.
Cómo olvidar cuando los boletineros del ex gobernador Manuel Cavazos Lerma empleaban párrafos, donde prácticamente convertían a su jefazo en un todopoderoso, creador de milagros cotidianos y salvador de los pesares de los que él creía sus súbditos.
Un ejemplo: “La comitiva llegó a caballo hasta el peligroso y sinuoso camino del alejado y olvidado poblado tamaulipeco, en donde los pocos habitantes del lugar, carentes de esperanza y progreso, vieron renacer su fe, con tan solo saludar de mano a su mandatario”.
Redacciones como la anterior eran cotidianas, asemejándose a poemas de Mario Benedetti, Amado Nervo o Alexis Valdés, por mencionar algunos, en donde nos dibujan magistralmente la belleza, la fe, la paz y la esperanza, pero sin duda sus estilos son imitados por redactores contratados, que escriben por motu proprio o por encargo, la circular que es difundida en todos los medios.
Y qué decir de los eslóganes que a través de los siglos han usado los gobiernos, como el del reciente presidente de México, Andrés Manuel López; “No miento, no robo, no traiciono", o el de Luis Echeverría Álvarez, que usó desde su campaña el lema "Con la Revolución y la Constitución ¡Arriba y Adelante!", prometiendo así un país hacia el crecimiento y la prosperidad.
La actual presidenta Claudia Sheinbaum se enfoca en la continuidad de la Cuarta Transformación, repitiendo que "No llego sola, Llegamos todas” y su lema "Con el pueblo todo, sin el pueblo nada”.
En Tamaulipas el ex gobernador (1987-1993), Américo Villarreal Guerra, utilizó el eslogan “Voluntad y Trabajo”, que hoy su hijo, el gobernador Américo Villarreal Anaya lo repite, junto con el de “Un gobierno Humanista”.
Y así podría citar cientos de ejemplos más, tanto en frases para la posteridad, como de estilos de redacción para ensalzar sus quehaceres, aunque lo mejor sería recordarlos, no por dichos y boletines, sino por una intachable honradez.