Desde joven siempre he escuchado el orgullo que le brinda a los maderenses la Playa Miramar, enclavada en la parte más austral de Tamaulipas, paseo gozado desde los tiempos del auge petrolero por las familias de alcurnia que vivían en la zona y que hasta casinos y salones de baile construyeron para pasar sus tiempos de gozo, de moda, champagne y caviar.
Miramar tenía su estación de tranvía que recorría las vías desde el centro de Tampico y por todo lo largo de Ciudad Madero, llevando a los paseantes de a pie con sus tortas de mortadela, sus pantalones cortos, su refresco y así disfrutar en familia numerosa, del sol, arena y del mar, hasta que dichos tranvías fenecieron para dar, en mala hora, cabida a los ruleteros.
Hoy, año con año se presume con sendos boletines de ocho columnas que Miramar recibe en sus veranos más de un millón de turistas, con derramas económicas extraordinarias, que dan empleo a raudales por ser este destino turístico el principal de Tamaulipas.
La arena suave y blanca de Miramar no la tienen muchas playas, que aunado a que la marea no es agresiva, convierte a esta playa en una de las más divertidas y accesibles para los turistas de carretera, principalmente de los estados que convergen con esta región.
Sin embargo, mal momento ha tenido este verano, ya que pese a esfuerzos extraordinarios Miramar se ve sucia, la palizada y basura importada por la naturaleza y el mal manejo de los desperdicios de los pobladores de las márgenes de los ríos han traído un mal ejemplo a los ojos de los visitantes, que en esta ocasión no se irán a sus destinos con los mejores comentarios.
Aun cuando la franja de playa le corresponde al gobierno federal, es sabido que el municipio se hace cargo de la mayor parte de su conservación y, hoy en el ocaso de la administración, tal pareciera no hay suficiente personal ni recursos para sanearla y mantenerla más presentable.
Ojalá pronto vuelva su brillantez que tanto orgullo le ha brindado a los maderenses y siga mantenido el distintivo “Blue Flag”, que abarca educación y gestión ambiental, calidad del agua de la playa y seguridad en servicios e instalaciones, además de su certificación federal como playa limpia y sustentable.