Nos está gustando el sufrimiento ajeno, ya gozamos el dolor que se le produce al enemigo público, aun cuando el daño no vino directo a nosotros.
Pero esto no es nuevo, lo vemos desde antiguos vengadores anónimos y disfrutamos del dolor que esos seres les producen a lacras mal nacidas.
Ver cuando alguien con tamaños pierde toda cordura y arrolla al motociclista que se ocupaba feliz en asaltar a una señora en la vía pública, o aquel que saca su arma de fuego escondida en su coche y dispara a quemarropa al ladrón que se creía invencible nos da, a muchos, el "cuarteto de la felicidad": dopamina, oxitocina, endorfinas y serotonina.
Reciben ese nombre ya que suelen producir sentimientos felices, es decir alegría, sin poder evitar un dejo de arrepentimiento espiritual por tener malos pensamientos, porque desearle el mal al prójimo rompe con las enseñanzas y valores inculcados por generaciones.
Y convirtiendo esto a la política tal pareciera que meter a la cárcel a los corruptos no es cuestión de justicia, más bien pareciera que es un sinónimo de venganza, ya que quienes pisan la cárcel y casualmente salen absueltos (y muchos millonarios) cuando termina el mandato de quien ordenó su arresto, lo que para muchos causó placer y una satisfacción, para otros se convierte en frustración.
Ejemplos de supuestos promotores de la justicia en Tamaulipas sobran: Manuel Cavazos mandó encarcelar a Genaro de la Portilla y a Diego Navarro; Tomas Yarrington a Jorge Sosa Pohol y a Gastón González; Eugenio Hernández Flores fue encarcelado por órdenes de Francisco Cabeza de Vaca; y Egidio Torré Cantú instruyó enjuiciar y detener a Óscar Pérez Inguanzo.
Tamaulipas se ha convertido en la entidad con mayor número de ex gobernadores y ex alcaldes procesados; por lo tanto, también se dice que los vengadores de la región noreste del país son dignos de una serie para un canal de streaming, ya que brindan el placer de quienes gozan por las capturas y de otros que anhelan ansiosos la detención de los que permanecen en aparente calma esperando algún día ser juzgados.
De estos últimos sobran, en Tamaulipas y en todo México, pero están guardados en baúles con llave, llenos de felicidad para ser repartida.