Tec de Monterrey, a 43 años en Tampico

Tamaulipas /

Fuimos siete hermanos y mi padre y mi madre; con un esfuerzo descomunal nos sacaron entre carencias y empujones a llevar una vida educada de clase media, sin hambrunas, pero tampoco con lujos ni vacaciones o ropa de marca.

Todos estudiamos en escuelas públicas y, a la hora de la universidad, solo el primogénito tuvo la fortuna de aprobar con mención de excelencia en el máximo recinto educativo de México en aquellos lejanos ochentas: el Tecnológico de Monterrey.

Siguió el segundo en la Universidad Regiomontana y luego un servidor durante un año en la Universidad del Noreste en Tampico, pero el freno económico familiar me llevó a la UAT y fue en ese tiempo cuando hice como plan de vida que mis hijas estudiarían en el Tec de Monterrey.

Dos de mis hijas egresaron del Tec Campus Tampico, la primera de Ingeniería Industrial y la segunda de Logística Internacional.

La tercera prefirió la carrera de Arquitectura en la Universidad de Monterrey, y hoy con orgullo afirmo que la meta fue cumplida.

Estos recuerdos se reavivan hoy tras la penosa noticia hecha hace unos días por el Consejo Directivo del ITESM: “El día de hoy llevamos a cabo una sesión de consejo, en la que comunicamos que, tras un análisis profundo y sobre la mejor manera de atender las necesidades académicas de la comunidad del sur de Tamaulipas, evolucionaremos nuestra oferta educativa para brindar una propuesta más completa con preparatoria, profesional, posgrado y educación continua, a través de Tec Milenio”.

En pocas palabras, el ITESM desaparecerá del sur de Tamaulipas una vez que cumplan con el egreso de los alumnos ya inscritos en diferentes carreras de dicho campus.

En el comunicado se pueden leer las líneas con interpretaciones diferentes pero, al fin y al cabo, la conclusión es que ya no habrá Tec De Monterrey Campus Tampico, por lo que el alumnado que quiera seguir en esta universidad tendrá que emigrar a campus alejados.

Como institución privada, el Tec de Monterrey tiene sus respetados e indiscutibles argumentos para tal decisión, pero de que la misma nos pega también es incuestionable.

Por lo pronto seguiré recordando que donde quise estudiar, mis descendientes sí lo hicieron y eso alivia la tristeza.


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