Un duelo entre Dallas Cowboys y los Pittsburgh Steelers siempre será interesante.
Son dos de las franquicias más ganadoras y, sobre todo, dos de los equipos con mayor número de seguidores de la NFL, por lo que el partido de este domingo por la noche podríamos considerarlo imperdible: estará en juego el legado histórico y el prestigio de un clásico.
Los Dallas Cowboys llegan al partido con marca de 2-2, pero muy disminuidos en su defensiva; sin duda, las lesiones les han afectado, principalmente con las pérdidas de Micah Parsons y DeMarcus Lawrence, dos de los mejores jugadores en su posición en la liga, por lo que necesitan nuevos liderazgos en la línea frontal defensiva.
A diferencia de campañas previas, los Cowoboys han estado batallando para ponerle presión a los pasadores contrarios, lo que ha provocado que los mariscales de campo rivales tengan tiempo y tranquilidad para pasar y buscar un segundo o tercer receptor en trayectorias más profundas, para lograr una gran cantidad de primeros y dieces.
La defensiva de los Cowboys era una potencia al inicio de la campaña, sin embargo, ahorita son la vigésimo séptima de la liga, muy por debajo de las expectativas, por lo que requieren urgentemente apoyo ofensivo; no están controlando el reloj y pasan muchísimo tiempo dentro del terreno de juego.
El ataque terrestre de los Cowboys simple y sencillamente no existe. Rico Dowle y Ezekiel Elliot, sus dos principales corredores, no han hecho nada importante después de cuatro partidos.
Entre ambos tienen apenas más de 200 yardas, una cifra muy pobre que también se ve reflejada en su promedio de yardas por acarreo, donde ninguno de los dos alcanza las 4, el estándar para un corredor titular de la NFL.
Mientras Dallas no pueda correr van a pasar dos cosas: la primera, su ataque será predecible y Dak Prescott deberá lanzar el ovoide toda la tarde.
Segundo, su defensiva deberá pasar mucho tiempo en el terreno de juego y terminarán por ceder.
Por otra parte, los Pittsburgh Steelers llegan con marca de tres victorias y una derrota, sin embargo, no se han visto tan contundentes, aunque han ganado con marcadores cerrados.
Mucho se esperaba con la llegada de Russell Wilson como quarterback, sin embargo, no ha logrado una sola jugada.
Su lugar lo ha tomado Justin Fields, quien ha ganado, pero no ha hecho cosas espectaculares.
Tiene tres pases de anotación y una sola intercepción, números muy discretos después de cuatro inicios.
Basta con observar un partido de los Steelers para visualizar las limitaciones que tiene este pasador: se le dificulta mucho leer las cargas, tampoco tiene mucha capacidad para buscar segundas o terceras opciones de receptores, aunado a que se tarda mucho en lanzar el balón, situaciones que suple con una magnífica habilidad física que le permite extender la jugada, o bien, correr, habilidad en la que también es muy destacado.
Sigo pensando que Russell Wilson es mucho mejor quarterback que Fields, sin embargo, Mike Tomlin no quiere correr riesgos y no moverá a Justin mientras siga ganando, lo cual es entendible.
Al igual que Dallas, el ataque de los Steelers tampoco ha sido muy destacado.
Najee Harris y Jaylen Warren han quedado a deber, incluso el que mejor se vio en el último duelo del equipo fue el muy veterano Cordarrelle Patterson, un jugador multifuncional que ha venido a inyectarle dinamismo a la ofensiva.
Lo mejor de los Steelers es su defensiva. “La nueva cortina de acero” es encabezada por TJ Watt, el mejor jugador defensivo de la actualidad en la liga, acompañado de DeShon Elliot y el estelar Minkah Fitzpatrick, dos sólidos jugadores de perímetro.
La defensiva de los Steelers tiene mucho potencial. Actualmente son los segundos mejores de la liga, sin embargo, aún pueden crecer mucho más.
Necesitan un crecimiento en el nivel de juego de hombres como Alex Highsmith, Patrick Queen y Cameron Heyward.
Sin duda, este domingo por la noche recordaremos grandes duelos escenificados por estos equipos en los setenta y noventa, cuando nació y creció esta rivalidad, una rivalidad en la que ninguna de las dos aficiones se quieren nada.