El derrumbe

Ciudad de México /

Uno. El fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, el principal responsable de procurar justicia mediante la estricta aplicación de los debidos procesos judiciales, demostró en los audios publicados el pasado viernes, que cumplir esa responsabilidad y obligación fundamental para la existencia del estado de derecho en México, le importa nada. Sus dichos revelan a un funcionario que utiliza todo el poder de su cargo para una venganza personal contra su cuñada y de la hija de ésta. Se comporta como un agente del Ministerio Público de cuarta, pero por su calidad de fiscal general, se convierte en un funcionario prepotente capaz de violar impunemente la ley y utilizar su poder para tratar de manipular a los ministros de la SCJN. Todo lo anterior aderezado por la exhibición de su vulgaridad personal (Alejandra Cuevas es “la pendeja esa que está en la cárcel”). Increíble y escandalosa historia.

Dos. Interrogado sobre el caso, el presidente López Obrador dijo tres cosas: a) “Entiendo la situación personal, moral, humana del fiscal porque se trata de un asunto vinculado con su hermano, lo entiendo, él quiere que se haga justicia”; b) “Mantengo la confianza en el fiscal, lo demás es apostar a tumbarlo. Eso como que no nos conviene a los mexicanos” y, c) “Yo también a veces, no es que hable mal, pero no les tengo confianza a algunos ministros y desde luego que no les tengo confianza a jueces”.

El Presidente argumenta dos razones absolutamente insostenibles. Primero, justifica que el fiscal viole la ley, se comporte de la peor manera como persona y como funcionario y destruya la de por sí escasísima autoridad moral de la Fiscalía. Pobrecito, quiere hacerse justicia, y como ni él ni Gertz confían en los jueces, pues que tuerza la ley, aunque tenga que encarcelar inocentes, ni modo. Segundo, AMLO argumenta que “tumbarlo” no le conviene a los mexicanos. ¿De verdad no nos conviene que se vaya a su casa o a la cárcel quien ha utilizado a la FGR para venganzas personales, antepone sus intereses personales, destruye el debido proceso y trata de manipular a la SCJN con tal de satisfacer su ego? A quien no le conviene que renuncie o lo destituyan es al Presidente, pues significaría admitir que se equivocó al nombrarlo y que ha permitido que la Fiscalía se convierta en un instrumento discrecional de ataque a enemigos políticos y/o personales. Como lo hicieron a quienes critica. Escandaloso que el Presidente confíe en él solo porque no le conviene tumbarlo.

Tres. AMLO prometió terminar la corrupción y generó una gran esperanza de que así ocurriera; hace dos años todo era hablar de la corrupción de la “mafia del poder”, los 70 implicados en los sobornos de Odebrecht y los cuates de Juan Collado. No hubo pruebas de nada de eso; se esfumaron como se esfuma el humo. Hoy, se habla de los lujos inexplicables de su hijo; de las investigaciones frenadas por la FGR contra sus hermanos; de la secretaria de Educación, Delfina Gómez, que les robó 10 por ciento de sus salarios a los empleados municipales de Texcoco; de los presuntos chantajes de abogados amigos de Julio Scherer; de casi mil 500 probables actos de corrupción en el ejercicio del gasto público de 2020, según la Auditoría Superior de la Federación. Y la cereza del pastel, confiar en un fiscal general que convirtió a la FGR, dizque autónoma por primera vez, en un lodazal. Es el derrumbe; el gobierno y la supuesta 4T se están desfondando moral y políticamente.

Guillermo Valdés Castellanos

  • Guillermo Valdés Castellanos
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