A pesar de que la película “Almas pasajeras” tiene más de 10 años de haber sido exhibida por primera vez, Amazon Prime la ofrece casi de inmediato en su catálogo de búsquedas. Me llamó la atención desde luego, no por el hecho de que nunca tuve la oportunidad de verla en su estreno sino por el respeto que siento por el trabajo histriónico de Anne Hathaway. He de decir que la actriz no lograba convencerme en muchas de sus películas, pero no fue sino en “Los miserables” que se ganó mi respeto por su ejercicio profesional. Desde entonces, todo filme en el que participa es de mi interés. Pues bien, con estas credenciales me dispuse a presenciar la película.
Claire Summers (Anne Hathaway) es una joven terapeuta nombrada por Perry (Andre Braugher), su mentor, para brindar orientación psicológica a los cinco sobrevivientes de un terrible accidente aéreo. Ella enfrenta problemas con su noción de la ética cuando se enfrenta a Eric (Patrick Wilson), quien rechaza su ayuda y en cambio usa el accidente para tratar de cortejarla. Esto hace que, paralelamente, Claire pelee contra las iniciativas de Eric y los otros pacientes enfrenten dificultades con los recuerdos del accidente, diferente de las explicaciones oficiales proporcionadas por la aerolínea, personificada en David Morse.
Hasta aquí tenemos una fórmula dramática que puede funcionar. Donde tenemos un accidente aéreo rodeado de enigmas y misterios hay una buena dosis de drama digna de explotación. Sin embargo, con el accidente, el filme se rinde a la debilidad en su guion y en su dirección. Rendido enteramente a los diálogos, muy malos y predecibles en muchos casos, somos testigos de una rueda de confesiones. Anne Hathaway y Patrick Wilson se embarcan en una historia débil que colapsa como el avión y ni David Morse, que cumple con integrar un poco de suspenso al filme como el presunto villano representante de la aerolínea, salva el proyecto.
Quizás lo único rescatable de la película es que, de su primera aparición, Anne Hathaway acusa un trabajo conmovedor y colmado de frugalidad, pues debe convencernos de que domina a la perfección sus emociones, siendo terapeuta. Vemos cómo su personaje se va rindiendo con genuina naturalidad a los cortejos de Wilson y a bajar la guardia en sus valores éticos. Fuera de eso, la película le apuesta a un argumento tan fallido como el que vimos en la serie televisiva “Lost”.