En tiempos de transición de gobierno, tras procesos electorales, impugnaciones y resoluciones judiciales, es el momento de mirar hacia adelante, planificar y tomar decisiones con visión de estadista. Elegir los perfiles más adecuados y confiables para puestos clave no es solo una cuestión de lealtad política, sino de reconocer el mérito a través de la formación profesional, la experiencia y las capacidades demostradas para ejercer la alta responsabilidad de ser un servidor público.
Seleccionar a las personas correctas asegura la continuidad de procesos, proyectos, programas y, en general, de políticas públicas que han dado resultados en la gestión. Lo relevante no es siempre contratar o mantener al incondicional, al militante o al simpatizante, sino evaluar, valorar y reconocer las capacidades institucionales, las aptitudes y el conocimiento del área necesarios para desempeñar las funciones con probidad y con resultados óptimos. Es fundamental priorizar las tres “E’s” de la administración pública: eficiencia (hacer más con menos), eficacia (hacerlo en el menor tiempo posible) y efectividad (que la solución sea duradera).
Lamentablemente, en México hemos normalizado un ciclo destructivo en cada cambio de gobierno, donde la rotación de servidores públicos se convierte en una práctica habitual. Con cada nueva administración, los servidores públicos que no simpatizan o no participaron en la campaña son desplazados para dar lugar a quienes estuvieron activamente involucrados. Esta dinámica no solo es ineficiente, sino que también mina la continuidad institucional y la profesionalización del servicio público.
En contraste, países como Australia, Alemania, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Suecia, Francia y el Reino Unido han superado este problema con un modelo basado en la meritocracia y la profesionalización del servicio público, implementado a través de sistemas de Servicio Civil de Carrera. En estas naciones, existe una clara separación entre la administración pública y los cargos políticos de elección o designación. Han logrado erradicar lo que en México persiste como un mal arraigado: la captura de los cargos públicos como si fueran parte de un botín, el llamado "sistema de botín".
A pesar de los esfuerzos por impulsar iniciativas que cambien esta realidad en México, muchos gobernantes siguen ignorando estas exigencias. Sin embargo, desde la academia, la sociedad civil y algunos sectores del gobierno, hemos luchado y seguimos trabajando para que nuestras voces sean escuchadas.
En este contexto, el Comité de Participación Ciudadana (CPC) del Sistema Nacional Anticorrupción ha reunido a expertos en profesionalización del servicio público para elaborar un documento titulado 25 propuestas para la profesionalización del servicio público. Este valioso documento recoge una serie de recomendaciones hechas por personas que han dedicado gran parte de su vida al estudio y análisis de la profesionalización. Las propuestas buscan hacer eco en la conciencia de la clase gobernante de los tres órdenes de gobierno, con el fin de promover una reflexión seria sobre la importancia de reconocer el mérito como una herramienta para fortalecer las estructuras burocráticas y mejorar sus capacidades institucionales, garantizando así una administración pública eficiente y eficaz.
Es imperativo que se tomen en cuenta estas recomendaciones y que los nuevos gobiernos las hagan suyas. Reconocer el mérito y la capacidad de los servidores públicos no solo es un paso hacia una mejor administración pública, sino que también es un compromiso con el futuro del país.
@dr_hector
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