Un sueño largamente acariciado por muchos científicos mexicanos parece estar convirtiéndose en una pesadilla. Y es que María Elena Álvarez Buylla, directora del que todavía se llama Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y mujer de todas las confianzas del presidente Andrés Manuel López Obrador, está logrando algo inusitado: volver en contra suya a muchas voces organizadas de científicos.
A primera vista, esto es extraño. Después de todo, su designación llenaría un sueño de siempre de los científicos: que el Conacyt esté en manos de una persona de ciencia. Pero a poco que se le rasque, empiezan a salir detalles que explican esa animadversión de muchos.
Yo no conozco a la doctora Álvarez Buylla en persona. La he visto en varios videos; he leído entrevistas. Y además he platicado con personas que la conocen desde hace años y lo que me dicen concuerda con muchas opiniones públicas: nadie le regatea sus méritos como científica, pero hay consenso en que la ciega lo que parece ser un odio irracional contra todo lo que lleve la etiqueta de transgénico. Es una adversaria declarada de los productos de la ingeniería genética, aunque en su propia actividad científica los ha usado y los usa.
¿Por qué confía en ella el presidente López Obrador? No creo que por la solidez de su ciencia, pues eso no es el fuerte del mandatario, aunque como todo político proclame su valor. Pero ambos piensan a la ciencia como un medio para atacar los “grandes problemas nacionales”. Quieren transformar a la ciencia en una actividad dedicada a combatir la pobreza, algo meritorio pero no contemplado en el consenso científico.
Como directora de Conacyt, Álvarez Buylla ha demostrado ser más una activista con una causa que la enfrenta con el consenso científico nacional y global. Y hay que decirlo: atacando a sus molinos de viento, ha tomado decisiones que no están a la altura de alguien que debe propiciar una ciencia sin adjetivos.
Sus acciones no hablan solo de austeridad, algo que los científicos conocen bien desde antes de la tormenta macuspana; hablan de soberbia, de nepotismo, de terquedad. Malos vientos soplan en el Conacyt. A ver si el vendaval no se vuelve contra su titular.
Alerta roja en el Conacyt
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Horacio Salazar
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