Hace poco más de dos décadas, 23 años para ser exactos, Anahí Allué llegó a México; venía a integrarse al elenco del musical Chicago, del que ella ya había formado parte en su natal Argentina.
Ella suponía que su estancia en nuestro país sería durante el tiempo que durara la temporada y luego regresaría a Buenos Aires donde tenía una sólida carrera y un futuro prometedor. Sin embargo, los caminos de la vida (como afirma la canción) no son como ella pensaba.
En Chicago conoció al productor Morris Gilbert, quien visionario como es, detectó en ella su enorme potencial para la comedia y la enroló en sus filas. Anahí comenzó a destacar en obras como Todos tenemos problemas sexuales, Chicas católicas…; sin olvidarse de los musicales, pues también la vimos en José el Soñador, Violinista en el tejado, Wicked, The prom…
Pero los talentos, inquietud y ganas de crecer de Anahí no se podían quedar sólo en el terreno de la actuación y dentro de un teatro. Pronto comenzó a vérsele en televisión y cine, y decidió probarse en la dirección escénica, en la que pian pianito ha construido una destacada trayectoria que hoy alcanza el 10 absoluto en Asesinato para dos, una obra que, sin exagerar, merece no 10, sino un 100 de calificación.
Cuenta Anahí que junto con su madre vio en Buenos Aires la obra y se prometió traerla a México, que es ya su residencia permanente.
Asesinato para dos es un thriller musical estadunidense escrito por Joe Kinosian y Kellen Blair que plantea una trama aparentemente muy simple: Un afamado escritor de novelas de misterio es asesinado en su fiesta de cumpleaños, y un aprendiz de detective debe descubrir quién lo mató.
Sin embargo, la anécdota es sólo el pretexto para un enloquecido, divertidísimo, maravilloso montaje que se convierte en un verdadero “tour de force”, que como bien define el diccionario es una: Expresión francesa que significa 'acción difícil cuya realización exige gran esfuerzo y habilidad' y 'demostración de fuerza, poder o destreza'.
Esta definición describe a la perfección lo que el público encuentra en el escenario: un verdadero prodigio colectivo: desde la dramaturgia, hasta el más pequeño de los elementos técnicos. Todo ejecutado con una destreza y perfección absolutas.
A la ingeniosísima dramaturgia hay que sumarle la detallada dirección escénica, que saca partido a cada instante.
Y por si fuera poco se agrega a esta puesta en escena la dirección musical de Isaac Saúl, sin duda el más destacado de los creadores mexicanos en esa área.
La dupla Allué-Saúl logra un trabajo impresionante: bravo a ambos.
Ahora bien, todo esto no sería posible sin los intérpretes adecuados. Hacía falta encontrar a dos actores que también cantarán, que tuvieran una enorme vis cómica, que incluso bailaran y tuvieran una condición física casi para correr maratones y, por si fuera poco, tocaran el piano a la perfección.
Aquí no encontraron dos… sino hallaron ¡cuatro! joyas: Aldo Guerra, Iker Madrid, Humberto Mont y Silvestre Villarruel.
Me tocó ver la función con Aldo y Silvestre y la ovación de pie con la que concluyó es más que merecidísima.
A Aldo lo ubico desde que participó siendo aún niño en el musical El full Monty. Y luego lo había visto en algunas escenas de telenovelas. Pero aquí ¡wow! Qué actorazo, qué músico, qué talentos…
Sin cambios de vestuario ni ningún elemento de utilería Aldo da vida a una decena de personajes y cada uno de ellos está perfectamente delineado. (curiosamente al día siguiente lo veo en la obra Smiley, en la que también hace muchos personajes, en un trabajo igualmente brillante)
Y descubro en el programa de mano que Silvestre no es actor, sino músico, y vuelvo a sorprenderme y a valorar muchísimo más su excelente trabajo histriónico.
Muero de ganas por repetir con este elenco y evidentemente ver a los otros dos actores, a quienes conozco de otros trabajos y sé que son talentosísimos.
Finalmente, todo esto no sería posible sin el respaldo de tres compañías productoras jóvenes, entusiastas, emprendedoras y, por fortuna, muy exitosas: Playhouse, Once Once y La gran audiencia.
Asesinato para dos se presenta sólo los miércoles en el camaleónico teatro Milán, pero no dudo que muy pronto tenga que extender su temporada a otros días, y se prolongue meses y meses y más meses, pues es un trabajo brillantísimo.
Bravo, una vez más, a todos.