El Cascanueces/Réquiem

Ciudad de México /

En el teatro musical existe una triada indisoluble: diálogos, canto, baile. El coreógrafo y docente James Kelly, afirma que en los musicales cuando hablar no es suficiente para transmitir lo que se quiere, se canta, y cuando aún esto resulta insuficiente se baila. Para él, “el baile es lo máximo de la emotividad”.

Esta idea baila (nunca mejor aplicado) en mi cabeza luego que vi el Réquiem de Mozart en Bellas Artes, y me preparo para disfrutar una vez más de El Cascanueces.

Vamos paso a paso:

Ver en cartelera el título de El cascanueces significa que ya se acerca la Navidad, pues la trama de esta inmortal historia está ubicada precisamente en dichas fiestas decembrinas.

Se trata, sin duda, de unos de los relatos más significativos de esta época, y en cuya gestación bien vale la pena detenerse algunos párrafos.

El cascanueces y el rey de los ratones es el título original del cuento escrito por el prusiano E.T.A. Hoffman, en 1816. La historia trata sobre el nuevo juguete de la joven Marie, el Cascanueces, recibido la noche de navidad, que cobra vida y, después de derrotar al Rey Ratón tras una dura batalla, la lleva a un reino mágico poblado por muñecos.

Para 1844, el francés Alejandro Dumas hizo una adaptación al relato, al que título Historia de un cascanueces, y fue precisamente esta versión la que medio siglo más tarde, en 1892, sirvió de base al ballet que se ha hecho esencial en el mundo entero, donde renace cada fin de año.

El gran compositor ruso Piotr Ilich Chaikovski, y los míticos coreógrafos Marius Petipa y Lev Ivanov son los autores de este espectáculo que este año está celebrando 133 años de vida, pues ofreció su primera función el 18 de diciembre de 1892 en el teatro Mariinski de la ciudad de San Petersburgo.

En su versión ballet, la historia es materialmente la misma: Clara es una niña a quien su padrino, el juguetero Drosselmeyer, le regala en la víspera de Navidad un misterioso y mágico cascanueces con el que viajará al país de Azúcar, lugar donde habitan mágicos personajes.

Ahora, El cascanueces llega una vez más al magno escenario del Auditorio Nacional con la actuación de los integrantes de la Compañía Nacional de Danza, que ofrecerá funciones a partir, curiosamente, del 18 de diciembre.

El cascanueces es uno de los montajes de repertorio de la CND, que lo presentó por primera vez en 1980 en el Palacio de Bellas Artes y, dada la altísima concurrencia, en 2001 se trasladaron al Auditorio Nacional, en una puesta en escena renovada que incluye el trabajo de algunos de los creativos más prestigiados de nuestro país: escenografía de Sergio Villegas, vestuario de María y Tolita Figueroa, e iluminación de Laura Rode.

La coreografía, versión de Nina Novak, da vida a copos, flautas, bombones, chinos, ratones, soldados, angelitos y demás personajes del país de Azúcar, acompañados por la Orquesta del Teatro de Bellas Artes, en esta ocasión bajo la batuta del azerbaiyano Ayyub Guliyev, director principal del teatro estatal de Ópera y Ballet de Azerbaiyán, ganador del Concurso Toscanini 2011 e invitado titular en el Teatro Mariinski, Carnegie Hall, Konzerthaus de Viena, Royal Philharmonic y Filarmónica de Moscú.

La puesta en escena incluye la participación de 240 artistas, entre ellos estudiantes de la Academia de la Danza Mexicana y de la Escuela Nacional de Danza Clásica Contemporánea en los roles de Clara, Fritz, soldados, ratones, bombones y angelitos, entre otros personajes.

Esta versión regresa para ofrecer su temporada número 22, con 10 funciones que se llevarán a cabo del 18 al 23 de diciembre, con las que llegará a un total de 228 representaciones desde su estreno en 2001, que han fascinado a más de un millón de espectadores, un récord sin precedentes para un montaje de ballet en este escenario.

Las funciones serán: jueves 18 y viernes 19 a las 19:30 horas; sábado 20, lunes 22 y martes 23 a las 12 y 18 horas, y domingo 21 a las 12 y 17 horas.

Otro GRAN botón de muestra del estupendo nivel que existe en la danza nacional se vivió hace algunos días en el Palacio de las Bellas Artes, donde se presentó el Réquiem de Mozart, en un montaje contemporáneo.

Se trata de una propuesta de La infinita compañía, con la dirección y coreografía de Rodrigo González, quien tiene una prestigiada y muy sólida trayectoria, con múltiples premios y reconocimientos.

La infinita compañía tiene una historia que se remonta a 17 años de producción escénica de danza y teatro, que se han concretado en una cincuentena de obras, que han sido en países como Turquía, Japón, Uzbekistán, Argelia, Marruecos, EUA, España, Eslovenia, Suecia, Colombia, Australia, China y Cuba.

En su versión coreográfica del Réquiem, de Mozart, “los cuerpos sustituyen las voces y la piel se convierte en la partitura. Los bailarines encarnan la intensidad dramática de cada movimiento, explorando la tensión entre lo humano y lo divino, entre el final y la trascendencia”.

La respuesta del público a las tres funciones programadas fue maravillosa, y no sólo porque se agotaron las localidades, sino especialmente por las ovaciones finales.

Ojalá pronto haya nuevas funciones. Por lo pronto a estar pendientes de todas las presentaciones de La infinita compañía.

He aquí dos botones de muestra del alto nivel de la danza en nuestro país. Hay que acudir a verla; la satisfacción será enorme.


  • Hugo Hernández
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