En vísperas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima COP26, que este año será en Glasgow, hay incertidumbre sobre si este evento, clave para ajustar las expectativas respecto al cambio climático, va a generar los compromisos necesarios para para contener el promedio de aumento de temperatura global a máximo 1.5 grados Celsius.
México, uno de los quince países más emisores de gases de efecto invernadero y, a la vez, uno de las doce naciones más vulnerables al cambio climático, asiste con mucho que justificar respecto a incumplimiento de metas acordadas y con un plan de gobierno fuertemente sesgado hacía los recursos fósiles.
Un panorama desalentador tomando en cuenta la incidencia cada vez mayor de inundaciones, sequías, deslaves, incendios forestales, acidificación de los océanos, huracanes y otros tipos de catástrofes asociadas al clima de las que no hemos estado exentos en los últimos años y que seguirán agravándose a medida que avance este problema.
Para traducir el alcance del que hablo citó tres, de los muchos factores, que afectan cada vez más a nuestro país: exposición a huracanes (cada vez en más cantidad y más intensos), disminución de producción agrícola (debido al adelanto o ausencia de lluvias) y estrés hídrico (a causa del desequilibrio entre nivel de precipitaciones y la alta demanda poblacional), para muestra, la escasez de agua a la que hemos estado sometidos en CdMx debido a la poca lluvia registrada en los últimos 2 años en las presas del sistema Cutzamala.
La realidad es que el cambio climático no sólo constituye un acelerador de la sexta extinción masiva (en medio siglo casi un tercio de las especies conocidas pasaron a estar en peligro de desaparecer), sino que pone en jaque la realidad que hemos construido como especie sapiens. En términos pragmáticos, le está costando a los países millones y millones de dólares contener todas las consecuencias asociadas a esta crisis medioambiental.
Cambio climático se traduce en poblaciones que deben dejar sus lugares de origen y hacer migraciones forzadas, disputas por territorios, carencia de agua, falta y encarecimiento de alimentos, en fin, muchos de nuestros derechos humanos en jaque por su interconexión con los recursos naturales. Moody´s proyecta que para 2100, del modo en el que avanzamos, el cambio climático tendrá un costo de 69 trillones de dólares a nivel global.
Y, sin embargo, en el límite de contención, aún países resisten la idea de hacer transiciones hacia economías sin carbón o se niegan a declarar sus emisiones. Naciones como Estados Unidos, China y Reino Unido son claves por ser grandes emisores.
En la lista siguen otros países como India y México que influyen también para hacer posible el escenario de llegar a 2050 con neutralidad de emisiones. Es un juego de ajedrez en el que más que economías, está en medio la perspectiva de la vida en este planeta.
Esperemos que la delegación mexicana lleve la discusión no sólo a los apoyos financieros de países desarrollados, sino que tome carta activa en la corresponsabilidad de un problema que supera a una gestión política y cualquier lobby o interés inmediato al que le estén dando prioridad.
Ida Vanesa Medina Padrón