…En Guanajuato las potencias de las mujeres organizadas de las distintas colectivas que están garantizando el derecho de aborto para todas las mujeres están haciendo posible el acceso a este derecho para todas, ellas organizadas son las que sostienen…
(Lucía, representante IPAS)
Hace unas semanas se reunieron en la capital un grupo de mujeres activistas de distintos municipios de Guanajuato convocadas por IPAS-Nicaragua, organización internacional que promueve los derechos sexuales y reproductivos y el derecho a decidir de las mujeres. Los objetivos fueron el compartir experiencias de acompañamientos a mujeres que abortan, establecer un espacio de formación horizontal y (re)conocerse entre ellas, todas son acompañantes de otras mujeres en territorios y contextos que permanecen hostiles cuando se nombra y ejerce el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, desde Xichú, Celaya, San Miguel de Allende, León y otros municipios, ninguno escapa de entornos estigmatizantes para quienes acompañan y para quienes abortan. Y sin embargo, mientras se debate de forma interminable la despenalización del aborto en Guanajuato, las mujeres siguen abortando y les acompañan otras mujeres.
Que las acompañantas se reúnan y organicen les representa acuerparse también entre ellas, al tiempo de dar continuidad a esa presencia permanente en un Congreso estatal que históricamente resiste a los debates cuando de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres se trata. Uno de los propósitos al cierre de su encuentro será la conformación de una red estatal de acompañantes, se trata de hacer visible la exigencia con la fuerza de las presencias organizadas.
De estas resistencias, caminos, avances y retrocesos converse con Lucía1, la representante de IPAS que durante dos días moderó el encuentro con feministas por el derecho a decidir. Mujer nicaragüense, activista feminista, profesionista, madre de familia y acompañante de mujeres que deciden abortar.
…Me defino como una feminista convencida de la necesidad de las mujeres de que exista la posibilidad de abortar cuando lo necesitan, cuando quieren porque la maternidad no es como no la han contado, no es como lo rosadito que nos han querido contar el mandato es mas fuerte y más doloroso de lo que podemos asumir…
…Soy de un país con legislación totalmente restrictiva, la región completa, las legislaciones que tienen que ver con aborto son completamente restringidas…Existen algunas causales de muy difícil acceso, recientemente en Panamá se presentó el caso de una niña de 8 años embarazada ¿te puedes imaginar eso?, ¡la violaron! y el Estado teniendo una legislación permisiva en esos supuestos se negó a practicarle el aborto, no quisieron “el bebé no tiene la culpa”, ese es el contexto en términos legales de la región que habito…
Cuando llegamos a este punto de la conversación ambas recordamos el caso de Paulina, la niña de 13 años que en 1999 fue violada en Mexicali, producto de esa violación un embarazo no deseado y la negativa del estado para que ella accediera al aborto. A casi tres décadas de ese hecho, otras Paulinas siguen siendo víctimas de estados moralizantes esos hombres dadores del permiso para abortar, gobernantes que poco han aprendido y una sociedad de mujeres organizadas que les rebasa en sus limitaciones.
Lucía se expresa con argumentos y entusiasmo, una combinación necesaria para la importante tarea que ha elegido, acompañar a otras desde la consciente responsabilidad:
...Justo ahora, en Centroamérica estamos en una labor por revindicar la clandestindad, como una labor importante para que las mujeres puedan acceder a un aborto seguro, tierno, seguro, acompañado, un aborto feminista… ¡un aborto distinto al que estábamos acostumbradas las mujeres! Donde una mujer de la comunidad te acompañaba, antes con plantas, ahora con medicamentos…
…Y es que no es tan fácil para todas las mujeres acceder a un aborto, es fácil para las que viven más cerca de las ciudades, es fácil para las que tienen acceso a información…¿pero las que viven más alejadas?, en contextos como El Salvador, por ejemplo, en donde el aborto tiene una pena de hasta 50 años de cárcel donde ha habido mujeres con estas condenas, o por enfrentarse a una emergencia obstétrica.
Y aún así hay una red que atiende casi 250 mujeres al año para abortar, se trata de una red compuesta por activistas feministas que no están vinculadas a una organización, no tienen un salario, no es su trabajo, son mujeres que dedican su tiempo gratis y voluntario…
Las mujeres-red, las mujeres que hacen un trabajo sigiloso y valioso al acompañar a otras. Se trata de un nivel de elección, colaboración y estrecho acercamiento entre mujeres que establecerán contacto vía telefónica, difícilmente se conocerán, pero habrán compartido un pasaje importante de la vida. Una relación que Lucía denomina cotidiana, íntima y respetuosa cuando las mujeres buscamos a otra mujer para abortar, estamos entregando una parte nuestra de las más profundas, porque el mandato de la maternidad es tan fuerte que ni entre nosotras las feministas logramos derribarlo, es complejo…
¿Cómo se inician estos acompañamientos?, la mayoría de los testimonios nos remiten a respuestas que invocan testimonios personales “…después de que yo aborté, decidí acompañar a otras…”, pero también hay otras rutas de llegada a estos caminos elegidos, en el caso de Lucía la experiencia de haber acompañado a una amiga en la etapa universitaria le resultó una experiencia significativa:
…Acompañé a una amiga, ella quería tenerlo pero socialmente era complejo que lo tuviera, ella se vio obligada, entonces yo no tenía tanta información…Todo salió bien, aunque se fracturó la relación con mi amiga… Después de ella, llegaron otras amigas. Desde ahí comencé acompañar…
…En más de 15 años de acompañamiento, ninguna de las acompañantes hemos sido criminalizadas ¡nunca!, esto se destaca por nuestros entornos adversos, por ejemplo, ahora mismo en Nicaragua les han sido expropiados sus espacios a organizaciones de la sociedad civil, sus cuentas, les retiraron la personalidad jurídica, etc… Muchas feministas se han exiliado, la persecución contra las mujeres se hace presente en las dictaduras… Regresamos a la década de los setenta.
Para Lucía no se trata de ninguna dádiva el hecho de que las acompañantas de abortos no hayan sido criminalizadas, ella lo entiende y explica así:
…Yo creería que tiene que ver con el rol que jugamos para disminuir la muerte materna, sino esto sería mucho más grave en toda la región …Si algo ha tenido el medicamento (se refiere al misprostol) es que ha disminuido de manera significativa la letalidad del aborto y ellos lo saben…Solo por dar un dato, en Nicaragua, Guatemala y Honduras en donde el contexto de estigmatización y persecución es tan alto acaban de registrar la mifepristona, que casi su único rol es el aborto, con otros beneficios, pero su rol principal es el aborto… Y el registro lo hicieron esos gobiernos que prohíben el aborto en los hospitales ¿Qué esta detrás de esto?...
Ellos saben que existimos, y saben que contribuimos a la disminución de la muerte materna y eso les viene bien hacia el exterior…
Cuando abordamos estos retrocesos de los derechos que asumíamos ganados, es imposible no pensar en Argentina, en Estados Unidos, en todas las regiones donde lo obtenido es arrebatado, ambas coincidimos los derechos humanos de las mujeres no están escritos en piedra, el riesgo de que nos sea arrebatado lo obtenido es una constante. Justo por estos riesgos latentes es que desde el modelo de atención IPAS, organización con más de cuarenta años de existencia, se promueve la autogestión, la donación de medicamento y la entrega de información, las aplicaciones han sido una herramienta de gran ayuda para que las mujeres puedan gestionar su propio aborto y la que requiera acompañamiento lo recibe a partir de un Protocolo, en el caso de los embarazos avanzados el acompañamiento siempre será presencial. En Nicaragua, como en México, la lista de personal médico aliado no es tan amplia como se requiere, sin embargo siempre habrá algún personal de salud disponible en caso de alguna complicación.
En este momento de la conversación con Lucía intervine una compañera que hace labor de acompañamientos en Guanajuato para agregar: en mi caso, a quienes acompaño jamás me han preguntado si por abortar pueden ir a la cárcel, la pregunta habitual será ¿y si sale algo mal puedo ir al hospital?
Nunca han tenido que recurrir a un hospital en Guanajuato, el medicamento y protocolo ha sido una ruta efectiva…pero el temor sigue ahí después de una larga historia de criminalización y violación a derechos. Los cuerpos de las mujeres en pugna.
Continuará…
Nota
1 A petición de la entrevistada hemos cambiado su nombre, en el presente gobierno de Nicaragua la persecución política a mujeres feministas se ha hecho presente.