Aberrante, si Cuba y el Foro de Sao Paulo respaldan el genocidio de Ortega en Nicaragua

  • Daños colaterales
  • Irene Selser

Ciudad de México /

Este martes concluye en La Habana el XXIV Foro de Sao Paulo que desde el domingo reúne a medio millar de representantes de más de un centenar de partidos y movimientos de izquierda de América Latina, Caribe, Asia, África y Europa.

Según dijo en la sesión inaugural la titular del Foro, la brasileña Mónica Valente, la izquierda “sufre una brutal contraofensiva imperialista y neoliberal” como en los años de 1990 —cuando se creó esa instancia ideada por el líder cubano Fidel Castro y el futuro presidente de Brasil, Lula da Silva, preso hoy por corrupción— y puso de ejemplo las “guerras económicas y mediáticas”, así como “la violencia y los golpes judiciales y parlamentarios en países como Venezuela, Brasil, Argentina y Nicaragua”. La inclusión de este último país en la lista de “victimados”, cuando están por cumplirse 90 días de una represión brutal y sistemática del régimen de Daniel Ortega contra la rebelión pacífica de estudiantes, campesinos, sociedad civil, empresarios y hasta obispos y sacerdotes católicos con saldo de al menos 350 muertos y 2 mil heridos, pronostica una declaración final de respaldo al ex guerrillero de 72 años, en el poder desde hace 11 y devenido en el “presidente de los paramilitares”.

Así lo ha llamado el reconocido periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro a propósito del recurso de Ortega a turbas de encapuchados fuertemente armados, a fin de intentar acallar de forma bárbara la insurrección popular. Las protestas iniciaron el 19 de abril y el día 29, la Cancillería del nuevo presidente cubano Miguel Díaz-Canel dio su respaldo a Ortega al denunciar “los intentos que apuntan a desestabilizar a la República de Nicaragua, un país que vive en paz y donde se han conseguido notables avances”.

Este comunicado, tan falsario como indecente, anticipa lo peor en las conclusiones del Foro a nombre de eso que se sigue llamando “la izquierda”, autocomplaciente con sus propios errores, abusos, escándalos de corrupción, enriquecimiento ilícito, derivas autoritarias e incluso crímenes de lesa humanidad, como estamos viendo en el caso de Nicaragua, tan violentamente ensangrentada.

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