Hay almas, que llegan a nuestras vidas, para cambiarnos, para mejorarnos, para convertirnos, en personas amorosas..
Desde el amor, con el amor y para el amor...
Hace muchos años, en la ciudad de Monterrey, un sábado en la noche, conversábamos unas amigas, sobre la manera, cómo cambian las personas.
Una amiga, actriz de profesión, nos empezó a contar, de forma muy gráfica, la historia de una tía, era la energía pura, mujer intensa, con una personalidad arrolladora; estaba casada, con un hombre muy callado, muy tranquilo, que nunca hablaba.
Mientras, que su tía era todo lo contrario, cada vez, que llegaba a un restaurante y los atendía el hostess, la tía, se paraba con las piernas abiertas, abría los brazos hacia arriba y sonreía, de oreja a oreja, con la boca abierta, enseñando hasta las anginas, como abriendo una obra musical de Broadway, pedía entrar hasta la cocina, veía si estaba limpia, la manera cómo preparaban los alimentos y si no le gustaba, salía haciendo aspavientos, con las manos hacia el cielo, gritando:
-¡No, no, no, vámonos de aquí! ¡Está muy sucio!, ¡No, no no!...
Su marido callado, permanecía a su lado, no decía palabra alguna y se iban todos, a buscar otro restaurante.
Siempre era lo mismo, la tía sonriente, desde que llegaba a un lugar, llamaba la atención, era la actitud, la fuerza, la mirada, la forma de caminar, el entrar, hasta la cocina de los restaurantes y salirse, haciendo lo que quería, gritando:
-¡Vámonos de aquí! A otro restaurante…
Y así fue, hasta que un día, el esposo de su tía, el hombre callado, apacible, tranquilo, murió.
La tía de mi amiga, se apagó.
Ya no volvió a los restaurantes, ya no llamaba la atención, perdió su fuerza, porque su fuerza, provenía del amor que le tenía a su marido, a ese hombre callado, tranquilo, apacible.
Esta historia, de la tía de mi amiga, me llamó mucho la atención, como el amor te da fortaleza, como el amor te da seguridad.
En muchas ocasiones, al observar una relación, donde la pareja está conformada, por personas, muy diferentes, nos preguntamos:
¿Qué los une? es el amor.
El amor se siente, se percibe, ilumina una habitación, ilumina la mirada, porque el amor nos transforma y saca lo mejor de nosotros.