La economía de mercado es el sistema donde las decisiones del qué, cómo y para quién producir las toman la oferta y la demanda; dicho intercambio de bienes se hace para satisfacer necesidades o deseos de la población, la cual está dispuesta a pagar por dicho producto o servicio.
Desde hace décadas, este sistema es el que ha imperado en gran parte del orbe, y en México, hemos visto que la competencia comercial beneficia precisamente a ese mercado al tener más opciones para decidir con quién comprar.
El planeta entero padece de una pandemia dantesca y obvio que, como mercado, se demanda un producto: la inmunización ante este virus; dicho bien es elaborado por empresas especializadas y ya ha habido algunos negocios, como Pfizer y CanSino que ya la han fabricado.
Hace unos días, el gobierno exultado, y para evitar más hecatombe, anuncia la compra de las vacunas contra el covid, y señala la forma y los tiempos en que se inoculará a la población en México de manera gratuita.
Es correcto que se empiece con la inyección para el personal médico y, posteriormente, con las personas de la tercera edad; por razones técnicas, los bebés, niños y adolescentes quedan exentos de su aplicación.
Vemos que esta labor implica un esfuerzo logístico y de coordinación superlativos en la distribución, conservación (se debe ultracongelar) y consumo de esta vacuna, que esperemos que el gobierno no riegue el tepache… como con la medicina contra el cáncer infantil.
¿Y los estados que quieren adquirir la vacuna y no se los permiten?, ¿qué pasa con las personas que no desean esperar su turno y tienen la posibilidad de comprarla?, ¿es el gobierno el único proveedor oficial de dicho bien?, ¿y los que no confiamos el manejo del gobierno de dicho producto?, ¿qué pasará?