Bienaventurados los que leen esta sección, porque de ellos será el reino del conocimiento administrativo. Hemos arribado a este 2021, y aunado a las cuentas alegres del gobierno nacional referente a la pandemia y la vacuna, nos hemos topado con el caos político-social en los Estados Unidos.
Las huestes soliviantadas del actual presidente gringo, fueron a protestar en el Capitolio por el supuesto fraude que algunos abyectos le hicieron a su prócer, según él, ante su aplastante triunfo; resultado de esa zacapela: daños a las instalaciones, aparte de ciudadanos estadounidenses muertos y heridos.
Los gringos, aunque a algunos no nos guste, siempre han asumido su papel auto asignado de “policía” del mundo, y han tenido como altísimo valor a la democracia y a la libertad, representados por el “sueño americano”, por lo que los hechos ocurridos en su capital, son una afrenta a su tradición y a su estructura genética.
Vemos cómo un día, el presidente gringo, es un energúmeno que incita a la división de los habitantes que gobierna, y que ha demostrado con el manejo de la pandemia, que fue rebasado, como en otras cosas; y el otro día, reconoce que no gobernará, anuncia que todo el proceso de cambio de poderes, se llevará en paz y armonía, y que se castigará a los que hicieron daño. Con este acto, él solo se puso como objeto de defenestración.
Como en todo negocio, quien tiene la autoridad para decidir qué se hará en la empresa, es el gerente; pero si donde usted labora amigo lector, nota que hay incongruencias de la máxima autoridad entre lo que dice y hace, estamos ante un líder catastrófico, poco claro y que da más desconfianza e intranquilidad que el ánimo para salir adelante ante esta adversidad que vivimos.