Felicidades preciado lector porque usted, al leer estas cuántas líneas, terminó el 2020: algunos familiares, amigos, compañeros de trabajo y empresas no lo hicieron.
Con todo lo acaecido en este año y sin ánimo de ser vocinglero, en esta ocasión, usaré un léxico rebuscado, para no caer en la tentación de usar algunas palabras arrabaleras, como digno bisnieto de verdulero que soy, ante el achuchamiento del maremágnum de eventos de estos últimos 366 días.
En este 2020 que hoy termina, las mioclonías empresariales, económicas y sociales vividas nos han hecho palidecer cayendo en una peligrosa cogorza moral y social.
No por incordiar, pero es obvio que las añagazas del gobierno, buscan que los habitantes pensemos que vivimos en jauja, sin ser necesariamente cierto.
¿Qué podemos esperar en este 2021?
Que la pandemia ceda un poco… pero muy poco, y más tarde que temprano, podamos volver a esa nueva realidad, con inoculación o sin ella, pero circunspectos a más no poder; que en los partidos políticos, cual conjunto de cipayos, siga habiendo defección y que algunos de sus integrantes se sigan comportando como la esposa de Putifar.
La economía se contraerá y traerá más óbices para las personas y las empresas; la tecnología se irá desarrollando y mejorando su uso en esta guarda involuntaria de la población; así mismo, el escaso mercado con ingreso, será objeto de camelo de las empresas que buscan con ahínco, ingresos para subsistir.
Los cotilleos económico-político-sociales pulularán y tendrán impostura ante los ignaros.
Por lo anterior: le deseo amigo lector, que tengan usted y sus seres queridos, un mucho mejor año, que la salud le sea bendecida, que su trabajo sea perdurable y que la resiliencia le haga aprender más y mejor cómo sobrevivir el 2021.