A veces el riesgo se queda en eso. A veces se convierte en tragedia: lo que viene en 2026 en materia antidemocrática será duro dada la poca resistencia legislativa que tienen las iniciativas presidenciales, y las ganas de concentrar el poder del aparato oficialista que parecen no tener fin.
El golpe que viene va contra los Tribunales Estatales Electorales y, de aprobarse, pondrá en riesgo la protección de los derechos político-electorales de la ciudadanía: fuentes legislativas federales consultadas para esta columna confirman que ya está listo y casi planchado el proyecto de reforma, cuya semilla fue sembrada en 2024 por el ahora ex presidente Andrés Manuel López Obrador.
La intención del aún proyecto, con el absoluto respaldo de la actual titular del Ejecutivo, pretende que los procesos electorales locales sólo estén en manos de las autoridades federales, haciendo a un ladito la injerencia de los gobernadores.
Y hay prisa: la iniciativa debe estar aprobada antes del proceso electoral de 2027.
Aunque las señales son múltiples, hay una que no se puede pasar por alto: los gobernadores no están respondiendo a lo que de ellos esperaba la administración central.
Vamos, aceptan, por ejemplo, una embajada, pero dejan la casa tirada.
El desinterés de los mandatarios locales por jalar con el proyecto oficialista es tal que, agregan las fuentes, han mostrado poco interés en mantener el poder que les significan los Tribunales Estatales Electorales. En su jerga: hay unidad, aunque les toque perder.
Además, el proyecto de ley contempla que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación reduzca de 9 a 6 años el periodo de los magistrados. Ajá, cumpliría con la regla no escrita de que el presidente de la República no mantenga poder más allá del sexenio que le toca.
El único punto donde aún no hay consenso está en que se pretende que cuando haya cambios de partidos no se permitan alianzas. O sea: los militantes de Morena que chapulineen no podrán hacer alianza en otro partido.
Desaparecer los Tribunales Estatales Electorales es cerrar las ventanas de la casa. No nos sorprendamos que el aire deje de circular cuando alguien decida, desde arriba, quién ganó, quién perdió y quién ni siquiera merece impugnar.
Sí, es una decisión política que redefine quién y desde dónde arbitrará las próximas elecciones. Y eso, en democracia, nunca es un detalle.
Al Margen
Alguien está haciendo una buena lectura del momento que se vive en Puebla: Morena, lo sabe, será incontrolable en 2027 y como tampoco puede oponerse a la desaparición del Tribunal Electoral del Estado, ha optado por mover fichas donde todavía puede ganar fuerza: el Partido del Trabajo.