El BID, del que raras veces escuchamos, ahora está en las primeras planas de los periódicos. Un día sí y otro también sabemos de los intensos debates alrededor de la elección del presidente de esta institución. El gobierno de los Estados Unidos por primera vez en la historia presentó un candidato norteamericano para ser considerado a la presidencia. Las quejas no se hicieron esperar. Sin embargo, hay algunas aristas detrás de esta decisión y de esta ola de cambio que convenientemente no se han publicado.
Muchos afirman que esta postulación pone en riesgo la regla no escrita del BID, que un ciudadano de un país latinoamericano ocupe la presidencia y un ciudadano estadounidense ocupe la vicepresidencia ejecutiva, propuesto por el Secretario del Tesoro de los EUA. Esta regla no escrita se ha aplicado como una manera de procurar una correlación de fuerzas regionales a lo interno de la institución. Pero esta no es la única norma no escrita que existe en el BID para mantener un balance entre los países miembros. Hay otras, por ejemplo, que las tres vicepresidencias (vicepresidencia de países, de sectores y conocimiento y la de finanzas y administración) estarían ocupadas por ciudadanos de Argentina, Brasil y México indistintamente. Otra regla no escrita es la relacionada con la distribución de puestos directivos, funcionarios y empleados. Estos debían mantener una relación con la participación accionaria de los países miembros.
El presidente Luis Alberto Moreno ha sido el único presidente del BID que no ha respetado las reglas, escritas y no escritas. Me explico. No mantuvo la distribución de la nacionalidad de los funcionarios en congruencia con la participación accionaria de sus países de origen, por el contrario, privilegió a nacionales de algunos. Por ejemplo, ciudadanos colombianos ocupan el segundo lugar en posiciones de la alta dirección (incluida una vicepresidencia) con 10 puestos, teniendo una participación accionaria del 3.1%. Lo mismo que los ciudadanos españoles y peruanos que ocupan el cuarto y quinto lugar, con 7 puestos y una participación accionaria de 1.9% (caso de España) y 1.5% (caso de Perú). México, siendo el tercer país latinoamericano con mayor participación accionaria, de 7.3%, tiene únicamente 4 posiciones, quedando en noveno lugar y ninguna vicepresidencia. Esto representó una ruptura importante con la tradición del banco. Todos los presidentes anteriores siempre se preocuparon por conservar este equilibrio interno.
De igual forma, tampoco mantuvo la regla de la designación del vicepresidente ejecutivo del BID, que como mencioné anteriormente era propuesto por el gobierno norteamericano. En el 2018 el gobierno de los Estados Unidos propuso para vicepresidente ejecutivo a Mauricio Claver-Carone para sustituir a Julie Katzman que era la vicepresidenta ejecutiva desde el gobierno de Obama. El presidente Luis Alberto Moreno se opuso y nombró en su lugar a Bryan O’Neill. En diciembre del 2019 el señor O’Neill lamentablemente falleció y a principios del año 2020, el gobierno norteamericano volvió a proponer a Claver-Carone a la vicepresidencia. El señor Moreno se negó nuevamente y en su lugar nombró a un vicepresidente interino norteamericano, John Scott (funcionario del BID desde 1985). Si el señor Claver-Carone hubiera sido vicepresidente en el BID, seguramente el gobierno norteamericano no lo hubiera propuesto como candidato a la presidencia. Sin embargo, dado que en dos ocasiones no se le permitió ocupar dicho puesto, el gobierno de Trump pudo haber visto la oportunidad de que, si unas reglas cambian, también podrían cambiar otras.
@JaqueRogozinski