El destape que el Presidente quiso despistar

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  • Jaime Barrera Rodríguez

Ciudad de México /

Pese a que el jueves pasado el Presidente Enrique Preña Nieto dijo que en el tema de la sucesión todos estaban bien “despistados”, ayer no hizo más que ratificar el pre destape que un día anterior hizo el canciller mexicano Luis Videgaray, cuando llenó de elogios a José Antonio Meade, al presentarlo ante el cuerpo diplomático acreditado en México.

Muchos pusimos en duda esa primera lectura, porque en la liturgia y los rituales priistas es el Presidente quien destapa al tapado. Más aún por el tono de reproche que Peña Nieto lanzó cuando aseguró que el PRI no elegiría a su candidato a partir de elogios o de aplausos, en clara referencia a lo ocurrido el miércoles pasado entre el Secretario de Relaciones Exteriores y el todavía ese día Secretario de Hacienda. Lo cierto es que el dedazo peñista retoma viejos ritos y añade nuevos. Restaura lo más retrógrado de la antidemocracia priista expresada en la línea y la cargada y el apoyo inmediato de sus fuerzas vivas al destapado. La modalidad ayer varió. En vez de que los dirigentes de los líderes de la CTM, CNC, CNOP, de los organismos territoriales, de mujeres y jóvenes priistas acudieran a manifestar su apoyo a Meade, este los visitó ayer a sus oficinas, donde ya le tenían listas las firmas de respaldo que la convocatoria priista exige. Pero sin duda, el sello inédito del destape de autollamado nuevo PRI fue el hecho de que Peña Nieto haya optado, por primera vez en la historia de ese partido, por un no priista. La selección es una prueba inequívoca del reconocimiento del Presidente de que el desgaste y la mala imagen de su partido les hace casi imposible retener la presidencia. La apuesta es, pues, no ir con un militante como Miguel Ángel Osorio Chong, que encabezaba las encuestas de los presidenciables priistas, pero al que el viernes su jefe el Presidente le pidió abstenerse de participar.

Con Meade, además de buscar disminuir la carga negativa de la marca PRI, Peña Nieto buscaría atraer el mayor número de votos no priistas, y eventualmente, una alianza de facto con los panistas calderonistas, que ven al ex Secretario de Hacienda como uno de los suyos. Ayer lo senadores del PAN, Ernesto Cordero y Javier Lozano, se congratularon de su postulación, y el último dijo que si el PAN no postulaba a Rafael Moreno Valle, votaría por Meade. El beneficiario del dedazo peñista tendrá importantes retos al exterior pero también al interior del PRI. Afuera será lograr que su prestigio personal no se vea anulado por el rechazo de los ciudadanos al PRI manifestado en las encuestas preelectorales. Y sin duda al interior del tricolor será conectar con el voto duro priista que lo verá como un candidato impuesto y no de los suyos. El riesgo de las divisiones internas o de las rebeliones silenciosas que se manifiesten con la falta de participación en la campaña electoral están desde ya latentes y dependerá del Presidente, de su ahora candidato y de la dirigencia partidista hacer la debida operación política para evitar rupturas que los dejarían definitivamente sin ninguna posibilidad de triunfo en 2018.

jaime.barrera@milenio.com

twitter: @jbarrera4

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