Probablemente para un elevado porcentaje de miembros de la generación que ha crecido a partir de la expansión de internet y las redes sociales, la palabra correspondencia no figura en su léxico, no así los asuntos relacionadas con todo lo que tiene relación con la tecnología.
Esta “evolución” ha influido en personas mayores, cuando escribo mayores me refiero a adultos que hace décadas traspasaron la frontera de la juventud, y personas de la tercera edad, quienes para no quedarse rezagadas frente a su nietos, recurren a la tecnología para estar al día, sin embargo, muchos miembros de los dos grupos referidos ya no toman en cuenta el significado del concepto: correspondencia. La vorágine de la tecnología los devoró.
La correspondencia, tal cual, no es otra cosa que la comunicación por escrito entre dos o más personas. La correspondencia implica intercambio de comunicación. La persona que envía la comunicación es el remitente. La persona que la recibe es el destinatario.
El concepto correspondencia se utilizaba en aquellos años para el intercambio de mensajes escritos, a veces a máquina, a veces a mano. Los mensajes se enviaban dentro de un sobre, se les denominaba “cartas”. Éstas tuvieron su auge en los tiempos de la época romántica, se conocían como cartas de amor. Cuando el galán le escribía a su amada, ella le correspondía. Era ése el medio de comunicación que hoy acumula polvo en las novelas románticas del pasado.
La correspondencia era el intercambio de mensajes privados entre dos personas. En asuntos románticos era entre él y ella. Sin embargo en nuestros días la correspondencia se ha vuelto pública mediante correos electrónicos (emails y chats). En la actualidad la comunicación es virtual y digital, ya sea por voluntad del comunicador o por la repetición indiscriminada del mensaje.
En estos días es fácil enviar sandez y media por email que incluyen errores ortográficos al por mayor, como es el vergonzoso caso de Vicente Fox. Por otro lado, valiéndose del anonimato, muchos “cibernautas”, critican y ofenden por email a terceros, adjudicándoles un amplio repertorio de majaderías.
Colofón
Hoy son contados los emails con contenido interesante o trascendente. Cuando considero que los pocos de estos que recibo pueden ser de interés para mis parientes y amigos, se los reenvío, como es el caso, del interesante video del ferrocarril interoceánico, lo reenvié profusamente. Recibí mucha correspondencia con comentarios de agradecimiento.