Mi colonia

Jalisco /

Una señora camina sin prisa con su hijita para llevarla a la escuela. Un hombre reparte pan en bicicleta. Una señora estaciona su camioneta a la vera de la banqueta. Un coche circula mesuradamente por la calle. Un señor lee el periódico recargado tranquilamente en su coche. Frente a una casa unifamiliar en proceso de construcción un grupo de trabajadores compra tacos que una señora lleva en su canasta. Sin apuro una chica cruza la calle montada en su bicicleta. A lo lejos se escucha tenuemente el ulular de una sirena.

Al iniciar esta columna brotaron en torrente en mi memoria los momentos descritos. Podrían ser escenas de una película filmada en los años 60 o 70 en las calles de Guadalajara o de cualquier otra cuidad media de nuestro país de aquellos tiempos. A partir de los 80 todo empezó a cambiar y continúa cambiando.

Estimado lector/a, si tienes menos de 40 años, los tópicos reseñados líneas arriba tienen como objetivo ilustrarte el diario acontecer de las colonias tapatías de aquellas memorables dos décadas.

En el supuesto que yo quisiera revivir esos momentos idos, todo lo que tendría que hacer sería subirme a la máquina del tiempo y ponerla en retrospectiva para disfrutar una vez más el remanso de paz y  tranquilidad que disfruté en aquellos años de mi lejana juventud, años que ahora son historia.

Aquella niña que su mamá llevaba sin prisa a la escuela, hoy es la adulta que lleva apresuradamente a su hijita a la misma escuela porque tiene que ir a trabajar. El nieto de aquel repartidor de pan en bicicleta, hoy reparte comida en motocicleta. En estos días ni por milagro encuentras donde estacionar tu coche. Los automovilistas optan por circular en las calles burlando los límites de velocidad. Si se te ocurre leer el periódico en  plena calle recargado en tu coche, corres el riesgo de ser golpeado para robártelo —el coche, no el periódico—. Ahora los trabajadores compran comida preparada en el “súper” frente a la torre de 15 pisos en proceso de construcción donde laboran. Las chicas contemporáneas ya no andan en bici, manejan automóvil. El cotidiano ulular de las sirenas se confunde con el estremecedor bullicio de nuestra enorme ciudad.

 Colofón

A partir de las tres últimas décadas del siglo pasado la evolución se aceleró. En las dos y media que han transcurrido de este, ni que decir. Estimado lector/a, si quieres sobrevivir, tienes que adaptarte a estos vertiginosos tiempos de la tecnología y la IA. Si no…??? 


  • Jaime Marín
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