En busca de Kissinger

  • Ekos
  • Javier García Bejos

Ciudad de México /

El fin de semana pasado la ciudad de Hiroshima, aquella que casi fue destruida por una bomba atómica lanzada por EU en la Segunda Guerra Mundial, fue la sede de la cumbre del G7, el lobby de influencia política occidental por antonomasia. Ironías de la vida, el tópico que dominó en la cumbre fue el de la guerra en Ucrania y las posibles vías para lograr el fin de las hostilidades. Y fue precisamente ahí, en una de las ciudades más devastadas por el hasta ahora conflicto bélico más mortífero de la historia.

Palabras más, palabras menos, la reunión pasó medio desapercibida y uno bien podría resumirla con el título de un famoso libro del nobel mexicano Octavio Paz: el gran bostezo.

Lo que trascendió en medios derivado de la reunión se reduce a una serie de sentencias y acusaciones estridentes en contra de los enemigos de Occidente, Rusia y China y esta última no se quedó callada y respondió los reclamos del G7 en los mismos términos.

Después de ver el saldo final de esta cumbre, que como siempre se resume a la firma de un papel, a mí me queda la sensación de estar viendo tremendo culebrón protagonizado por los actuales “líderes” de Occidente junto con China y Rusia y con reminiscencias a la retórica de la Guerra Fría, pero actualizada al discurso de nuestro tiempo.

Pensándolo bien, me parece que ese es el saldo de la cumbre, una telenovela mal escrita (perdón por el pleonasmo) y repleta de personajes grises e intrascendentes… salvo algunas excepciones, porque quizá el elemento más llamativo de esta historia, y que en realidad se desarrolla en los márgenes de la cumbre, tiene que ver con el papel de China y sus ambiciones de protagonismo global, sobre todo en el tema de Ucrania, y que están dejando a Estados Unidos como simple espectador en un área que otrora era de su mayor expertise.

Y mientras las potencias de ambos lados se acusan las unas a las otras de exactamente los mismos crímenes, yo siento un enorme vacío en términos de la presencia de un actor verdaderamente relevante en el bloque occidental; una figura líder, conciliadora, con capacidad de negociar y sobre todo con las habilidades sociales, de persuasión y diplomáticas para lograr soluciones sin hacer un uso excesivo, y a veces inútil, de un retórica que al final solo sirve para adornar primeras planas de periódicos, y hoy ya ni eso, pero que no arroja resultados concretos.

Regresando al contexto de la era de la Guerra Fría, creo que a Estados Unidos y a Europa les hace falta la figura de un Henry Kissinger, y me parece que deberían estar en la búsqueda de uno.


Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.