La política como reflejo de nosotros mismos

  • Ekos
  • Javier García Bejos

Ciudad de México /

La política siempre me haha fascinado por su enorme capacidad para revelarnos de cuerpo entero como individuos. Aunque muchas veces se le desprecie, denoste o minimice, la realidad es que la política juega un rol crucial en la vida de todos los que habitamos en este planeta. No existe un solo segundo de nuestro fugaz paso por esta vida que no esté determinado directa o indirectamente por una decisión política. Una decisión que fue tomada por un solo hombre o mujer o por un grupo de personas unidas por una causa común. La que sea.

Algunos podrán objetar que mi observación es exagerada, inexacta, sesgada, demasiado política y agréguenle todos los negativos que gusten. Sin embargo, es mi deseo apelar al lector a lo que en filosofía se conoce como principio de caridad, para que me dé un poco de crédito y me permita explicar, mediante un ejemplo, se trata de una historia muy reciente y muy sui generis, porque creo y sostengo lo que escribí en el primer párrafo.

Resumiré la historia así: en las pasadas elecciones generales de España, ningún partido logró mayorías, y como estamos hablando de un país cuyo modelo de gobierno funciona bajo el esquema de una monarquía constitucional, este exige que el candidato con mayor votos, también obtenga la mayoría en las cámaras, una feliz coincidencia que no siempre sucede. Es el caso de la otrora Madre Patria, que hoy está atorada en un bochornoso vericueto ya que no hay posibilidad de que se forme un nuevo gobierno.

Alberto Núñez Feijoó, candidato de derecha del Partido Popular (PP), obtuvo más votos que Pedro Sánchez, actual presidente de España y candidato de la izquierda por el Partido Socialista Español (PSOE). Para no entrar nosotros tampoco en el berenjenal en el que se encuentra la península ibérica, vamos a simplificar las cosas. El PP y el PSOE, son los dos “grandes” partidos de España, por su historia, estructura, bases, etcétera. A la par de ellos, en las pasadas elecciones se les unió lo que en México se le conoce como “la chuiquillada”.

Es decir, a cada partido se le unió un minipartido afín a su ideología y se fueron en coalición a las elecciones, ya que esta, se supone, se ha convertido en la única vía para poder garantizar una victoria electoral en ese país. Pues resulta que no es así, porque como ya dijimos, pese a que Feijoó obtuvo más votos como candidato, a su coalición no le alcanzan los curules en el Congreso para poder formar gobierno.

Y aquí viene la paradoja más fascinante del actual proceso político que vive España. Porque del otro lado, en la izquierda oficialista, a Pedro Sánchez sí que le alcanzarían los votos para formar gobierno, salvo un nimio detalle, dos de los partidos de la enorme chiquillada de izquierda, son, irónicamente plataformas políticas que en el pasado, y en el presente también, han buscado y buscan la escisión de España de la autonomía a la que representan: Cataluña.

La ironía es de una exquisitez única: resulta que para que Sánchez pueda volver a gobernar España, necesita del apoyo de dos partidos que como condición para su voto, piden precisamente la celebración de un referéndum libre que les permita decidir si quieren seguir formando parte o no de ese país, España.

En el interín, la derecha intenta investir fallidamente como presidente a su alicaído candidato pronosticando lo que ya muchos especulan, un nuevo proceso electoral.

Acabo de recurrir a una enorme capacidad de síntesis para mostrar solo una pincelada del cuadro completo que vive hoy España, pero creo que es suficiente como para darnos una idea de porque creo que la política nos atraviesa como individuos de maneras muy diversas, seamos conscientes de ello o no.

El momento político que vive el país del flamenco y la zarzuela no es particular ni está aislado de lo que sucede en otras latitudes. Sin el ánimo de repetirme a mí mismo y de repetir lo que ya se ha dicho en otros lados, lo que revela el reciente proceso electoral y político español no es otra cosa sino la incapacidad de la sociedad de nuestro tiempo -y en realidad, de cualquier tiempo- para ponerse de acuerdo. Para establecer consensos, para dialogar.

Ahora bien, si la política no influye de maneras decisivas en nuestra cotidianidad, los invito a que se sumerjan en cualquier red social para que comprueben como la polarización, los discursos y narrativas radicales, el castigo al disenso, la negativa al diálogo, la descalificación sin argumentos, entre muchos otros hábitos comunes de nuestro tiempo son el pan de cada de día.

Es cierto, las redes sociales no son un la “vida real”, pero cada vez más gente prefiere vivir en Instagram o en TikTok, que fuera de ellos.

Ahora un reto mucho más práctico, anímense a platicar con familiares, amigos y colegas sobre sus posturas políticas frente a cualquier tema. Ahí veremos si mi apreciación sobre la política y lo que dice de nosotros como individuos es acertada o no.


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