Las sorpresas no cesan en las elecciones de EU

  • Ekos
  • Javier García Bejos

Estado de México /

Vaya sorpresas las que nos ha dado la carrera presidencial en Estados Unidos este año. El pasado martes 10 de septiembre, la cadena ABC News transmitió el segundo debate presidencial, en el que por primera vez Donald Trump y Kamala Harris se vieron las caras frente a frente. El saldo de este encuentro ha sido muy favorable para los demócratas y según los datos de varios sondeos Harris ha sido la ganadora.

Pero más allá de eso, me gustaría comentar aquí si las estrategias que ambos candidatos han mantenido hasta ahora serán suficientes para ocupar el principal cargo de los Estados Unidos. Hago este ejercicio desde la mayor objetividad posible y evitando cualquier sesgo en favor de la demócrata o el republicano.

Inicio con Kamala Harris, la ex fiscal de California que en 60 días ha tenido un ascenso meteórico en su carrera política, sobre todo porque históricamente el cargo de la vicepresidencia no deja muchas glorias para que quienes lo ostentan y pese a ello, esta mujer proveniente de una familia de clase media trabajadora, ha logrado voltear el escenario electoral a su favor, por ahora, acompañada de un discurso que le está dando altas posibilidades de hacerse con el despacho oval y convertirse en la primera mujer en ser presidenta de los Estados Unidos.

¿Cuál ha sido el recurso discursivo de Harris para reenamorar al votante demócrata y tratar de capturar al indeciso? Apelar a las emociones y a la conciliación. Y eso quedó plasmado con toda claridad en el debate. La demócrata hizo alusión a su historia familiar, al valor del trabajo de la clase media y la importancia de robustecerla -un tema recurrente en su campaña-, a darle la vuelta a la página, olvidar el pasado y enfocarse en construir un mejor futuro.

Me sorprendió, para bien, que Harris evitará el uso de banderas como el género o la etnia. Creo que entiende perfectamente que existe un amplio sector del electorado al que esos temas no les son relevantes, y ese electorado no es precisamente demócrata. Y me parece que hacia esa dirección está enfocando su campaña. Porque demás, ha evitado, de manera muy astuta, reutilizar los mantras que llevaron a la presidencia a Joe Biden y no precisamente por ser buen candidato. Me refiero a aquellos que hablaban del peligro que Donald Trump representaba para la democracia estadounidense.

La mayoría de los votantes en nuestro país vecino quieren un cambio en el rumbo político. Para amplios sectores, ese cambio lo representa Donald Trump, sin embargo, el pobre desempeño del republicano la noche del martes ha dejado contrariados a propios extraños. Y yo me incluyo.

Estábamos acostumbrados a ver a un Trump bravío, feroz: a un animal político avezado y con carácter. Lo que sucedió el martes no fue eso. Sin duda, se debe reconocer que el empresario neoyorquino ha logrado mantener la mayoría de sus posturas políticas durante casi una década. Esa congruencia, y desde luego, ese peculiar estilo de decir lo que piensa sin filtros, que a muchos les provoca urticaria, le ha permitido mantener una amplia base de leales seguidores, que ven en él al único político capaz de regresarle a su país las glorias de épocas pasadas.

Sabemos que este tipo de discurso es sumamente efectivo y siempre cala hondo en el orgullo de las naciones. Habrá que ver hasta qué punto Trump podrá sostenerlo y de qué forma logrará seducir a los indecisos que ya perciben un dejo de hartazgo en una narrativa que empieza a desgastarse después de tanta repetición.

Está claro. Ambos candidatos están apelando al voto no definido, porque justo ese voto definirá la elección. Y aquí está la prueba de oro, porque a los ojos de esos votantes, ambas propuestas poseen cualidades “extremistas” que no son de su agrado. Hablamos de un sector que nunca se ha casado con ningún partido. Un fenómeno sin duda interesante dentro de la política estadounidense y sobre todo, dentro de la dinámica política de nuestro tiempo, tan propensa al atrincheramiento ideológico.

Habrá que ver si los efectos de eso que se conoce como “postdebate” motivan a los republicanos y al propio Trump a hacer ajustes en la estrategia de campaña y en la narrativa. Por ahora, Trump ya ha descartado por completo un segundo debate, lo que confirma que la demócrata lo puso en una situación de riesgo. Es impreciso, por decir lo menos, saber si el debate moverá la balance, lo único claro ahora es que la competencia está reñidísima y que hay empate técnico, lo que significa que, por el momento, cualquier predicción es inexacta

Faltan dos meses para la elección y si algo nos ha demostrado esta contienda, es que, ahora sí, todo puede suceder.

Seguiremos pendientes del desarrollo de esta apasionante batalla por el control político de la nación que ha definido el rumbo político y social del mundo en los últimos 100 años.


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