Si el quinto año de mandato de los gobernadores de Nuevo León es complicado porque comienza la lucha sucesoria, tanto al interior de su partido como entre la oposición, el sexto es una pesadilla porque, ya de salida, suelen convertirse en el Judas que todos los candidatos quieren quemar.
No es fácil gobernar uno de los estados más importantes del país, porque se tiene que conciliar con demasiadas fuerzas políticas y grupos de poder fáctico que exigen cotos de poder y posiciones en el Gabinete a cambio de seis años de paz.
Los gobernadores que tuvieron menos complicaciones fueron los que tuvieron presidentes de la República distintos a su partido y el ejemplo más preciso para el caso de Nuevo León es, sin duda, José Natividad González Parás.
Le tocaron los dos mandatarios federales del PAN, Vicente Fox y Felipe Calderón, con quienes no puede decirse que llevara una relación excelente, pero por lo menos no se entrometían de manera directa en sus decisiones.
Y lo mejor: los presidentes panistas no metían las manos ni ninguna otra parte del cuerpo en los temas de las sucesiones cuando llegaba el cierre de sexenio, las elecciones y la entrega al sucesor de las llaves del Palacio de Gobierno, con todo lo que ello implica.
Tras la llegada de Jaime Rodríguez al poder en 2015 con un bono político de más de un millón de votos, se pensaba que la marca independiente se quedaría otro sexenio y comenzó a manejarse que el sucesor natural sería quien fue durante más de cinco años su secretario general de gobierno, Manuel González Flores.
Tras la fallida aventura electoral por la Presidencia en 2018, el mandatario estatal decidió la mejor manera de lograr una salida tranquila del poder.
Discretamente comenzó a quitarle los reflectores a Manuel González y la pandemia del covid le vino como anillo al dedo, porque logró proyectar al otro Manuel, al que despachó muy discreto los primeros cuatro años del sexenio como secretario de Salud.
Gracias a la pandemia, Manuel de la O se encargó los últimos 12 meses de ser el amortiguador de salida de Jaime Rodríguez, quien descubrió un secreto muy simple para que quienes buscan sucederlo no lo amenacen culpándolo de todos los males, cuando el mal mayor es el covid: decidió no perfilar un sucesor.
Javier Sepúlveda
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