“Te marchas , amigo, y sólo quedan unos pocos cabos sueltos entre nosotros:
Charlas que en otra parte reanudaremos, recuerdos que continuábamos replanteando,
cosas por leer y por hablar, y también -no lo olvido- ese último secreto de Ambrose Bierce
que te llevas contigo y ahora nadie sino tú y él conocerán”
(Luis G. Abadie)
El sábado, 10 de abril del 2021, naciendo el sol en el reino de Tonalá, Victor Manuel Pazarin Palafox, fallecía de un paro cardíaco fulminante. La noticia fue dada a través de las redes sociales, por escritores del Sur de Jalisco, eran amigos cercanos, y algunos de sus alumnos. Poco a poco la noticia iba creciendo como un rumor que ennegrece los ánimos. Así las cosas me enteré de su muerte a través de la narradora Mar Pérez quien a su vez posteo la noticia del muro de Jorge Rúa. Así iniciaba el despertar de muchos que abríamos nuestros muro en Facebook.
La noticia dejó, sin duda, helados a muchos de sus amigos como Iván Zedillo, Jorge Souza Jaufred, Teresa Figueroa, Luis Armenta Malpica, Angel Ortuño, Siria Padilla, Luis G. Abadie. Mismo que no daban crédito a la veracidad del hecho. Costaba trabajo comprender su partida y el dolor, sin duda, fue mucho para quienes lo habían conocido. Victor Manuel tenía el don de la buena amistad. Siempre atento y sensible. Era un caballero que siempre tuvo momentos de escucha atenta y solidaria. Así como la voluntad puesta, y dispuesta, en apoyo a la comunidad literaria y artística. Sin duda es un ejemplo de trabajo tesonero ya que eligió dos vocaciones difíciles de ejercer: El periodismo cultural y la escritura literaria, en ellas se llegó a destacar como ensayista, narrador, poeta y editor en diversos medios de comunicación. Mis condolencias a su esposa, la escritora y poeta, Deana Molina, a su familia y amigos.
¿Y los niños de Black? Esta es una obra del dramaturgo Vallartense Alberto Sosa, cuya temática es la trata de órganos, la trata y el poder que subyace en esas actividades. En donde el oficio del periodismo cobra importancia en la resolución del desenredar los hilos que sujeta el andamiaje de un fenómeno que afecta a una población. Una obra que sin ser didáctica explica lo concerniente al hecho de la desaparición forzada, la prostitución infantil y otros sucesos que se conjugan en uno solo: La desintegración social y la pérdida de una humanidad, desde una urbe de tránsito y fiesta. De realidad a flor de la injusticia, los periodistas de una pequeña ciudad que vive la calma del mar que presagia al huracán. Donde nada se mueve, y todo esta movido en contra de la propia voluntad, donde la calma es chicha aderezada con tuba, bebida de dulces amarguras, de sangre y sol desintegrando realidades.
La obra de Alberto Sosa está enmarcada en el análisis y la observación del devenir histórico actual, que sin embargo es el producto de muchos años donde la corrupción sentó sus reales y la impunidad parece ser inquebrantable, eso es lo que reúne a dos periodistas , padre e hija, y a un abogado que ha perdido a su hijo pedazo por pedazo y busca la justicia, lo mismo que un policía en busca de su propia reivindicación y la de un familiar. Los cuatro personajes que desde sus perspectivas propias buscar llevar a un personaje de ascendencia extranjera hacia los tribunales, o de por menos que haga ausencia en un territorio.
Se trata de una obra de compromiso social, lo mismo que el monólogo Tengo un arma, el texto dramático por el cual ganó, Alberto Sosa, el Concurso Nacional de Monólogos de Saltillo en el 2004, misma que, al día de hoy, está en proceso de montaje, y augura pronto estreno, en Colombia bajo la dirección de Andrés López y bajo la actuación de Bryan Rocha.