La victoria de ser huasteco

  • Desde la raíz
  • Jesús Guerrero Valdez

tampico /

Me levanto por la mañanas y me pregunto: ¿quién soy? O, al menos, ¿quién miran los otros que soy? Amo mi país, como cualquier otro buen ciudadano lo hace. Pero esta tierra, como bien decía Octavio Paz, está hecha de fragmentos del otro, menos de mí, por más originario que me sienta, por más huasteco. Para el poeta y ensayista, los mexicanos vivimos en la orfandad y la soledad.

¿Cuándo nacen las divisiones entre connacionales? Escucho decir: aquella familia es de gachupines, árabes, chinos o negros; y entre el fenotipo nacional; teenek, nahuas, otomís o tepehuas, también entre ellos llega a existir una calificación o hasta desprecio. Un desprecio quizá surgido de nuestra falta de identidad, sí, pero sobre todo de la falta de aceptación.

Con la llegada de los festejos de una fecha como lo es el 11 de septiembre de 1829, denominada para la posteridad como Victoria o Batalla de Tampico, existe por increíble que parezca, la negación de una victoria; pero además, la pelea de dónde se dio esta y a quién pertenece.

Seré sincero: de inicio llamaba mi atención el argumento lanzado por investigadores y detractores sobre la famosa Batalla de Tampico del mes de septiembre pero de 1829; ese hecho para algunos de ellos es -si no insignificante- insuficiente o irrisorio; otros, la toman como ejemplo de valor en nuestra insípida nación, donde un batallón de españoles al mando del brigadier Isidro Barradas fue rechazado con heroísmo.

Los detractores de dicha fecha aseguran, la fiebre amarilla o vómito negro y un inesperado ciclón, fueron la causa real de aquella victoria; una casualidad, pues. Ven como una broma la posibilidad de festejar la fecha dentro de las efemérides, como una victoria de nuestro país.

No pretendo tomar una pose de historiador -que no me corresponde- ni entrar en polémicas por demás banales; sin embargo, diré:

Respecto a esta situación, me pregunto si en esto se busca la verdad y no la deslegitimación de una fecha, que nos da un respiro, dentro de la historia, de un gran número en la lista de las derrotas. Nadie en su sano juicio escupe para arriba; solo tristemente a veces un mexicano.

Estoy a favor de la verdad, y acepto que la fiebre amarilla y un ciclón hayan ayudado aquella victoria, en un Tampico más amplio que el actual y no regido por las absurdas divisiones políticas.

Sobre todo en una Huasteca, donde la cultura nos crea una misma identidad.

Sin divisiones de ningún tipo, celebremos lo que somos. _

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