Las ciudades albergan a más de la mitad de la población mundial y están en la primera línea de batalla ante una diversidad de problemas.
No sólo tienen que lidiar con la creciente demanda de servicios públicos.
También, enfrentan el impacto de los grandes desafíos globales como la pobreza, el desempleo-subempleo, el nulo derecho a viviendas dignas, y el cambio climático.
Son las ciudades las que directamente reciben los embates del cambio climático.
Ondas de calor, crisis hídricas, inundaciones, y presiones inflacionarias son algunos de sus efectos.
Las mujeres y niños que habitan las ciudades son los más vulnerables debido a que los fenómenos meteorológicos extremos perturban la frágil provisión educativa y alimenticia de dichos grupos sociales.
El covid-19 sacudió severamente al planeta. Además de causar una dramática pérdida de vidas humanas, la pandemia deterioró aún más la situación socioeconómica de la gente en el mundo.
Agudizó las desigualdades preexistentes en las ciudades, creó paisajes urbanos más fragmentados, y pulverizó las economías regionales.
Este contexto es una advertencia. Es el momento de que los gobiernos locales deban ir más allá de ser meros administradores.
Es decir, es crucial que adopten una participación dinámica, proactiva, y directa en la economía.
Esto con la misión de generar resiliencia ante los impactos de choques internos y globales.
Los gobiernos municipales tienen un conocimiento profundo de las necesidades y oportunidades de las personas.
Situándolos en una posición privilegiada para adoptar un enfoque más visionario y ambicioso en beneficio de la población.
Sin embargo, para alcanzar tal perspectiva es fundamental que los gobiernos cuenten con capacidades institucionales sólidas y una visión a largo plazo.
Esto requiere considerables inversiones en formación de personal, y poseer todos los recursos económicos y financieros necesarios.
Además, es fundamental el desarrollo de políticas públicas radicales e innovadoras.
En este último caso, las autoridades deben atreverse a romper con lo convencional y lograr autosuficiencia.
Por ejemplo, tienen que meterse de lleno a impulsar un desarrollo industrial moderno guiado por una agenda verde. Lo que incluye, poner en marcha mecanismos financieros alternativos que aseguren y amplifiquen sus capacidades de acción.
Y por ende, evitar quedarse en la orfandad presupuestal o con recursos financieros limitados.
Una estrategia industrial a nivel local demanda una respuesta coordinada. Ello implica que el gobierno municipal se convierta en un socio estratégico para el desarrollo económico, trabajando en estrecha colaboración con el sector privado, la academia, y la sociedad civil.
Más del 60% de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU no puede alcanzarse sin el apoyo de las ciudades.
Es tiempo de reconocer y desbloquear el potencial de los gobiernos municipales para hacerle frente a los retos actuales y futuros.