El pasado 5 de junio se llevaron a cabo las elecciones para gobernador en Tamaulipas. Uno de los retos del siguiente gobierno es continuar fortaleciendo la política de seguridad. No es el único desafío que enfrenta la nueva administración. Para alcanzar un cambio sustantivo en las condiciones socioeconómicas de la región, es importante repensar el modelo de desarrollo estatal.
En las entregas anteriores señalamos que, para transitar a un nuevo modelo de desarrollo, se requiere pensar fuera de la caja. Como dijimos, un gobernador no tiene el control de la política económica nacional, pero posee la capacidad para instrumentar políticas públicas efectivas. Estrategias que pueden contribuir a resolver desde la raíz los problemas que aquejan la región. Por ejemplo, una vía es mediante el impulso a una política de desarrollo urbano sostenible que otorgue a las personas la oportunidad de cambiar su entorno considerando sus necesidades actuales y futuras.
Igualmente, establecimos que se puede incentivar la economía local mediante el impulso al sistema educativo estatal. Propusimos crear un sistema monetario complementario que suministre recursos financieros a las instituciones educativas estatales para hacer frente a sus necesidades. Esto no solo permite crear un sistema educativo de vanguardia. También logrará dinamizar la economía ya que pondrá dinero en el bolsillo de las personas y al mismo tiempo constituirá un instrumento innovador que reconfigurará el concepto de federalismo fiscal en México.
Tamaulipas es un estado extremadamente rico. Posee un elevado nivel de complejidad económica, es una potencia deportiva, tiene una ubicación estratégica privilegiada, una creciente consolidación en el campo de la innovación tecnológica, un envidiable sector agropecuario y pesquero, y ecosistemas naturales únicos. Sin embargo y a pesar de tener este potencial, uno de los comentarios frecuentemente escuchados es: “me encanta mi estado, quisiera quedarme, pero no encuentro apropiadas oportunidades laborales aquí”. En otras palabras, hace falta generar más y mejores empleos de calidad en la zona.
Para resolver este problema, la siguiente administración debe ejecutar una política industrial moderna. Una en la que el gobierno tenga una participación directa en los sectores productivos del estado, que trabaje estrechamente con el sector privado y social. Es decir, Tamaulipas debe contar con un gobierno emprendedor.
Una estrategia industrial que provea los recursos financieros necesarios para la creación de todo un ecosistema de empresas con alto impacto económico. Para alcanzar dicho objetivo se debe considerar, entre otras cosas, el establecimiento de un banco de desarrollo que suministre financiamiento comprometido, paciente, incluyente, y a largo plazo a proyectos de inversión clave.
Las autoridades deben continuar con la ejecución de políticas horizontales como la inversión masiva en infraestructura pública. Asimismo, aplicar un plan de trabajo garantizado que elimine el desempleo involuntario en nuestras comunidades. Solo así es posible una verdadera transformación en Tamaulipas.