¿México vs. China?

  • Ajedrez económico
  • Jesús G. Reséndiz Silva

Tamaulipas /

Hace días el titular de la Secretaría de Hacienda hizo una declaración importante. Durante una gira con AMLO y con la presidenta electa Claudia Sheinbaum, Rogelio Ramírez de la O declaró que la relación comercial entre China y México debe revisarse porque el país asiático “nos vende y no nos compra, y eso no es comercio recíproco”.

En particular, Ramírez de la O indicó que México tiene que hacer su propia revisión porque “nosotros compramos 119 mil millones de dólares por año y vendemos a China 11 mil millones”.

La declaración es temeraria. En principio porque si el objetivo es llevar a mejor nivel la relación comercial entre ambos países, se buscan los canales técnicos-diplomáticos adecuados.

No obstante, es probable que el pronunciamiento se haya dado en el contexto de las tensiones entre Estados Unidos y China.

Por otra parte, debió prevalecer la cautela dadas las colosales características de la economía china respecto a la mexicana.

En los 70s, mi tío el economista Raúl García León fue enviado a China por el presidente de México con la misión de conocer el plan que tenían para convertirse en potencia económica.

Entre las cosas que García León encontró fue que los chinos entendían perfectamente el funcionamiento de la visión económica dominante, sus alcances y limitaciones.

Comprendían la importancia de que la única forma de alcanzar la cima era mediante una política industrial estratégica y agresiva basada en la innovación tecnológica.

China ya planeaba desde entonces convertirse en el gigante industrial que hoy observamos con asombro, me decía García León.

No deberíamos sorprendernos del merecido logro de los chinos porque las señales siempre estuvieron ahí.

Por el contrario, somos nosotros quienes debemos aterrarnos de que no hemos sido capaces de romper con las inercias que nos impiden convertirnos en un gigante.

Actualmente, lo que hace China son jugadas de ajedrez industrial que tienden incluso a neutralizar los obstáculos impuestos por sus competidores.

Por ejemplo, los controles establecidos por Estados Unidos a las exportaciones de semiconductores avanzados hacia esta nación asiática tienen efectos limitados.

Dichos controles tienen la finalidad de restringir la modernización militar de China y proteger el liderazgo tecnológico estadunidense a corto plazo.

Sin embargo, estas medidas generaron una respuesta contundente. En vez de achicarse, el gobierno de Xi pisó el acelerador a fondo en el desarrollo de estas tecnologías.

Como parte de una estrategia holística enfocada a convertirse en el líder de sectores como en inteligencia artificial y computación cuántica, China inyectó este año más de 45 mil millones de dólares en investigación y desarrollo para contrarrestar la restricción de ventas de semiconductores estadunidenses a la nación oriental.

Asimismo, dicha limitación presionó a las empresas chinas para invertir y colaborar entre sí a lo largo de la cadena de suministro de semiconductores.

¿Cuál fue la respuesta ante la declaración de Ramírez de la O? El embajador de China en México señaló que: “China nunca ha buscado deliberadamente un superávit comercial (con México)”.

En otras palabras, lo que expresó el embajador Zhang Run es muy claro: México le compra a China porque este último país llena el vacío productivo que la economía mexicana simplemente no puede cerrar.

Tanto Estados Unidos y México tienen que cambiar su estrategia. Para el caso descrito anteriormente, los norteamericanos deben centrarse en invertir más en la próxima frontera tecnológica (La Ley de Chips y Ciencia de 2022 es un buen paso, pero insuficiente) y no hacer únicamente mejoras de bajo impacto en las tecnologías existentes.

En vez de tratar de desacelerar o bloquear a China, los estadunidenses deben enfocarse en mejorar su capacidad innovadora doméstica.

Por otro lado, México debe hacer una honesta autoevaluación de su posición en el mapa global de la complejidad económica.

Tiene que reconocer, como en el boxeo, que su peso no puede hacerle frente a uno mega pesado. Al enfrentarse así, habría un nocaut técnico fulminante que nadie desea ver.

Además, lo que realmente debe importarle a México es generar alianzas estratégicas, fortalecer los lazos y aprender mutuamente.

Nuestro país debe de tener una clara lectura de lo que estamos viviendo hoy e iniciar un camino con visión de largo plazo para reconfigurar su estructura industrial.


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