Ahora que existe tanto ruido por los opositores al Gobierno Federal por la postulación de Victoria Rodríguez Ceja para gobernadora del Banco de México alegando falta de capacidad cuando en realidad cumple sobradamente con los requisitos legales para este cargo, es oportuno recordar a don RODRIGO GÓMEZ quien ha sido por mucho el mejor Director del Banco de México desde su fundación en 1925.
Don Rodrigo Gómez Gómez nace el 18 de mayo de 1897 en Linares, Nuevo León, huérfano de padre a los seis años, para sus 13 años se ve cercado por las penurias, violencia, carencias, e inestabilidades ocasionadas por la Revolución Mexicana que estalla en 1910. Un hombre de origen humilde que carecía de estudios de doctorado, de maestría, es más ni siquiera tenía formación universitaria, sólo concluyó la secundaria, pero que sí contaba con su dedicación, disciplina, aguda inteligencia, honradez a toda prueba, responsabilidad, integridad, capacidad de trabajo, creatividad y practicidad para resolver los problemas conforme a la situación y circunstancias del momento, con lo cual logra ser reconocido hasta el día de hoy como el mejor dirigente del Banco Central.
Don Rodrigo Gómez trabaja en la época de la revolución de bracero en la pisca del algodón en Texas y en San Antonio como mesero y lavaplatos, inicia sus actividades financieras a los 22 años en lo que fuera el Banco Francés de México, y se incorpora al Banco Central en 1933 en plena recesión mundial ocasionada por la crisis de 1929. Tiene una importantísima participación en la Conferencia convocada por el presidente Roosevelt y que tuvo lugar en Bretton Woods en julio de 1944, en la cual participaron actores de la talla de John Maynard Keynes, hoy reconocido como padre de la macroeconomía, y en la que se refundó el sistema capitalista para después de la segunda guerra mundial y en la cual se sustituyó el patrón oro por el patrón dólar, se crearon las bases del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y del Acuerdo General de Aranceles y Comercio que después deviniera en la Organización Mundial de Comercio, y en donde don Rodrigo Gómez defiende las causas de los países en desarrollo y cuya participación le valió ser electo como miembro del primer Directorio del Fondo Monetario Internacional, en donde presenció de cerca la reconstrucción de economías de diferentes países con la consolidación de la política de Estado de Bienestar. En 1952 accede al cargo de Director del Banco de México cargo que ocupa hasta el año de 1970.
Don Rodrigo Gómez tuvo como preocupación no sólo la estabilidad de precios sino el desarrollo y bienestar de la población. Actor y protagonista principal de la época de desarrollo económico más importante de México, a diferencia del actual Banco Central atado a velar exclusivamente por la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda, don Rodrigo Gómez velaba desde la dirección del Banco Central, además del control de la inflación, por un desarrollo económico que condujera al bienestar de la población.
Fue con Rodrigo Gómez en el Banco Central que México disfrutó de 1954 a 1970 del período llamado Desarrollo Estabilizador, o también llamado milagro económico mexicano con tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto de siete y ocho por ciento anual, y junto con Antonio Ortiz Mena como Secretario de Hacienda, lograron encarrilar a México a un proceso de crecimiento sin inflación.
Vale la pena resaltar como aún sin ser un organismo autónomo, el Banco Central con Rodrigo Gómez a la cabeza y con Ortiz Mena en la Secretaría de Hacienda, lograron conducir la política monetaria y fiscal en una forma coordinada con resultados extraordinarios, evitando el impuesto inflacionario que se ocasiona por la excesiva emisión de dinero.
Rodrigo Gómez reconocía claramente la importancia de la estabilidad en el poder adquisitivo de la moneda evitando la inflación pero entendía claramente que ello no era suficiente para el desarrollo económico del país sino que sabía que era necesario impulsar el desarrollo económico procurando que el crédito alcanzara a todos los sectores productivos del país, creando la infraestructura necesaria en donde la iniciativa privada no podría hacerlo o no estaba dispuesta a realizarla, ampliando la frontera de posibilidades de producción del país que le permitiera sustentar una expansión de la oferta monetaria sin causar inflación, promoviendo así un desarrollo con estabilidad.
En tal sentido, don Rodrigo Gómez no sólo fue un simple tecnócrata, era un banquero central experto al más alto nivel pero adicionalmente, y esto lo hace el mejor de todos, contaba con una formación humanista y una profunda humildad y conciencia social que había echado raíces en su cuerpo y en su alma desde los miedos, necesidades y carencias que afrontó en los más inocentes y tiernos años de su primera edad.
P.D. Dedico este artículo con mucho cariño a mi maestro don Roberto del Cueto, gran banquero central y maestro, quien me inspirara siempre un gran amor e interés por el Banco de México, sin duda una de las instituciones más importantes de nuestro país.
Mtro. Jesús Torres Gómez
Profesor de la Escuela Internacional de Derecho y Jurisprudencia.