Quisiera pensar que este es un espacio seguro para en ocasiones poder desahogarse, pero luego recuerdo que en la era del Internet y las redes sociales nada lo es. Ya no solo me sorprende la poca capacidad de las instituciones del futbol mexicano de reaccionar de manera firme ante el caso de Renato Ibarra, sino que me sorprende, decepciona y abruma leer las reacciones de gran mayoría de aficionados. Por lo menos de aquellos que se manifiestan alrededor de la reincorporación al club América del futbolista que golpeó a su mujer embarazada. Y aquí es cuando vuelvo a entender: las instituciones de este país, deportivas o no, son un reflejo de la educación y cultura que envuelve a nuestra sociedad. Duele escribirlo, pero es así.
De pronto pareciera que el ecuatoriano es la víctima. Se leen ideas tan ridículas como el cuestionar que no queremos una segunda oportunidad para el jugador de 30 años por tratarse del América, cuando desde que el Atlas lo incorporó tras el escándalo se criticó de igual manera.
Que si la esposa lo perdonó, que si ya no tiene cargos penales, que si ya se educó sobre violencia de género. Se habla de un “error”, pero agredir físicamente a una mujer es un crimen, y creo que eso es lo que no se ha acabado de entender en uno de los países con mayor tasa de feminicidios en América Latina. Todas esas “justificaciones” inventadas solo minimizan la gravedad de los hechos.
Claro que aplaudo que el América comenzó con pláticas de concientización para combatir la violencia de género y creo que es algo que, de entrada, debería hacer cada club, pero la reeducación no es suficiente. Creo que hay un doble discurso por parte de los equipos y de la propia Liga Mx. Muchos mensajes en campañas, escasas acciones. Quieran o no, a veces creo que no debería ser una obligación, los atletas son ejemplos a seguir para muchos.
En la mayoría de las ligas profesionales de Estados Unidos el tema de violencia doméstica se trata similarmente que al uso de sustancias prohibidas, hay suspensión y rehabilitación, además de una investigación interna más allá de lo que digan las autoridades.
Los clubes mexicanos no tienen departamentos enfocados en tratar temas de violencia de género.
Mientras las Chivas tienen un programa que se llama ¡DILO!, donde personal o jugadoras pueden denunciar acoso sexual, la Federación Mexicana todo lo relega a la Comisión Disciplinaria y en los tiempos en los que vivimos eso ya no basta. Como tampoco basta que solo en el marco del Día de la Mujer se organice algo. Debemos tomar como ejemplo una vez más a ciertas políticas que implementan los que mejor hacen funcionar y crecer sus ligas.
Jimena Rodríguez.